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Antonio Cid de Rivera

La Trastienda

LA ESTRATEGIA DE LA MALETA

El líder del PP extremeño dice que nos enfrentamos a una campaña electoral «tensionada». En su opinión, el escenario electoral ha cambiado, las cosas están muy apretadas, y eso hace que Vara afronte los próximos comicios hasta con miedo. Ello justificaría, según su criterio, que el candidato socialista hubiera empezado ya, cuatro meses antes de la cita con las urnas, lo que él denomina «la estrategia de la maleta», la táctica que Vara se sacó de la manga en la pasada legislatura consistente en dormir y recorrer a pie las principales ciudades extremeñas, recogiendo demandas o preocupaciones de la gente.
Y es que el miércoles pasado Vara se dobló y decidió hacer de presidente por la mañana y de candidato por la tarde. Así se paseó por las calles de Badajoz, acompañado de su candidato local; visitó distintos negocios y empresas, y acabó departiendo con vecinos del Gurugú, uno de los barrios más humildes de la capital pacense, en su sede vecinal. El jueves también siguió los mismos derroteros, llenando una amplia agenda personal, que empezó muy temprano en la Junta con chaqueta y corbata y acabó muy tarde en el barrio de San Fernando con camisa y fular.
El miércoles y el jueves de la semana que viene seguirá el tour en San Roque, otro barrio obrero por excelencia en Badajoz, y de ahí saltará a otra ciudad y así hasta siete localidades de más de 25.000 habitantes.
La ‘estrategia de la maleta’ se ha puesto en marcha, eso salta a la vista, lo que no es seguro es que el PSOE necesite ponerla en marcha tan pronto. El candidato socialista no contempla un escenario de pérdida electoral, sus propias encuestas arrojan una diferencia de 5 puntos, ¿Entonces, por qué? Parece claro que los socialistas, con Vara al frente, no quieren arriesgar, y para ello siguen a pies juntillas la fábula de la liebre y la tortuga. Mejor empiezo ya la carrera, no sea que confiándome sea otro el que llegue antes a la meta.
Lo que sí parece seguro es que el PSOE no va a tensionar la campaña como argumenta Monago. Hacerlo sería seguirle el juego al PP y darle protagonismo a su contrincante. Vara prefiere justificar su actuación, explicar que el fenómeno de la crisis ha condicionado toda su legislatura, y hacerle ver a la gente que no se ha hecho más porque ha sido imposible.
Frente a la tesis de Monago, que dice que a él hay que concederle el beneficio de la duda puesto que todavía no ha gobernado, Vara propaga que a él casi no le han dejado demostrar nada porque los fenómenos adversos se lo han impedido y bastante ha tenido con mantener el barco a flote.
Guste o no, el populismo funciona. La gente ve a un candidato en la tele visitando un barrio y enseguida lo tacha de electoralista. Sin embargo, entra en su casa o su tienda para estrecharle la mano o darle un beso y, automáticamente, cambia de parecer. En el PP no paran de decir que Vara practica el «buenismo» y que con eso no se va a ninguna parte, pero sólo hay que echarle un vistazo a su candidato para darse cuenta de que copia todos sus modos y clichés.
Se teme que en esta campaña se den más besos y abrazos que nunca, pero cuando hay poco que ofrecer lo que queda es populismo y buscar que los ciudadanos se muevan por otros impulsos, incluida la empatía.

Entre sábado y sábado

Sobre el autor

Periodista de HOY. Analista político.


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