Monago está en el punto de mira para algunos de su partido. Es más, los más atrevidos le presionan diciéndole que nunca el PP había tenido una oportunidad como ahora. Él contesta siempre lo mismo: «¿Sí? pues ponte tú aquí, a ver qué tal». El líder popular reconoce que el escenario se le ha puesto de cara y no tiene nada que ver con el que se encontró cuando cogió las riendas del partido allá por noviembre de 2008, pero de ahí a tenerlo todo hecho y afrontar los comicios como si fuera una excursión del Imserso va un abismo.
Hace unos días, una periodista de Badajoz le preguntó poco después de hacer público que las encuestas le dan un empate: «Monago, ¿si pierde se va?». Su respuesta fue más bien un ataque: «El que se irá si pierde será Vara». Y es que Monago sabe que dentro del PP puede haber algunos que le cuestionen porque la coyuntura les permita soñar con una victoria en la región, pero la mayoría no le va a exigir que dé el triple salto mortal en sus primeras elecciones autonómicas y haga la carambola del año.
La tradición del PSOE mandando en la Junta va ya para 30 años, los mismos que lleva el PP en la oposición. Además, el candidato socialista se ha convertido en un barón regional, reconocido a nivel nacional y con gran empatía entre la población extremeña. Para más inri, los socialistas poseen una estructura territorial capaz de movilizar el voto y conducirlo convenientemente a las urnas, una situación que no se da ni de lejos en el PP.
A los populares les ha costado trabajo entender que para tener alguna oportunidad en la Junta debían organizarse a nivel comarcal y rural, y aunque han realizado un arduo trabajo durante los últimos años, no se acercan al PSOE ni por asomo. Hay pueblos en los siguen teniendo problemas para llenar las listas electorales. Son excepciones, y corresponden a núcleos urbanos pequeños, pero reflejan una situación rural de la que salen miles de votos.
De todas formas, a priori Monago tiene asegurada su estabilidad dentro del partido, algo que por ejemplo no pasaba en el caso del anterior candidato. Carlos Floriano dimitió la misma noche de las elecciones a la vista del aplastante resultado alcanzado por el PSOE (38 escaños frente a 27).
Ampliar la cifra de diputados que tiene actualmente el PP en el Parlamento extremeño no es complicado y superar el récord conseguido hasta ahora por Juan Ignacio Barrero en 1999 (28 escaños) no resulta especialmente difícil. Bajar de esta cantidad, o mantenerse en la cifra actual, sería un fracaso similar al de Vara si perdiera las elecciones, pero esta cuestión no la contempla ni uno ni otro partido por mucho que públicamente se diga lo contrario.
Hace unos días un dirigente del PP me dijo que un resultado de 34 a 31 diputados lo firmaban ahora mismo los dos candidatos: Vara porque aún perdiendo cuatro escaños revalidaría su mayoría absoluta, y Monago porque superaría la cifra histórica de 30 escaños, todo un éxito para el PP en Extremadura. Esto evidentemente jamás lo reconocerían ninguno de los dos, ni en público ni en privado.
La democracia manda: hay que jugar el partido. Y ya se sabe, con el balón en juego el resultado puede ser muy distinto al pronóstico que se haya hecho sobre el papel.