Cuentan en el PP el chiste de que el otro día entró Vara en la iglesia de Santo Domingo, en Badajoz y le plantó dos besos al monaguillo de cartón a tamaño natural, con una hucha de limosnas en la mano, que está junto a la puerta. La broma, muy compartida en las filas populares, aunque siempre entre bambalinas, exagera la manía que tiene el presidente extremeño de ser excesivamente afectuoso, como bien se encargó de decir él mismo hace dos semanas en una entrevista concedida a
El País: «Soy muy cálido en los afectos. Muy besucón y muy tocón».
Esta forma de actuar difiere con creces a la de su antecesor. Rodríguez Ibarra era cercano con los suyos, pero frío y distante con el resto. Vara resulta todo lo contrario, tanto que a los del PP les molestan sobremanera sus atenciones y le acusan de utilizar eso que ellos llaman de forma despectiva ‘la política de besos y abrazos’, una forma de actuar que «consiste en ser muy simpático a cambio de no presentar resultados».
De un tiempo a esta parte, la consigna que lanzan dirigentes del PP extremeño allá donde van se basa en decir que sí, que tenemos un presidente que, según las encuestas, es el mejor valorado por sus conciudadanos en el conjunto del país (un 6,36 sobre 10, por encima incluso de Revilla), que cae muy bien tanto en las plazas de los pueblos como en las cadenas de televisión nacionales, pero que la crisis campa aquí como en el resto de España y el paro nos come por los pies, el último dato de ayer un 25% de tasa de desempleo.
Los populares saben que si quieren tener una oportunidad en Extremadura deben promocionar a Monago pero, a la vez, atacar a Vara.
En estrategia electoral no todo es trabajo, gestión y programa; los partidos saben que hay muchos ciudadanos que se mueven por impulsos y apoyan o rechazan determinados clichés por razones tan variopintas como el físico, las maneras de dirigirse a la gente o la sinceridad que trasladen sus palabras. En este sentido, Vara se ha fraguado un perfil personal de hombre cercano y afable que ahora es muy difícil de combatir.
Si hubiera elecciones generales en vez de autonómicas, ganaría el PP en Extremadura. Lo dicen todos en las filas populares sin tapujos; ahora cuando se les cuestiona las regionales muchos fruncen el ceño y acaban por reconocer que «la cosa no es igual». De esta manera, la solución que parecen haber adoptado consiste en seguir identificando al candidato regional con el nacional aunque éste ya haya anunciado su marcha y señalar que al margen de ‘la política de besos y abrazos’ que ellos mismos definen, no hay resultados; ha sido una legislatura en balde y lo que cabe es el cambio.
No es extraño que los líderes nacionales del PP vayan a desembarcar de forma masiva en Extremadura; a eso apuntan todas las fuentes. De momento, el propio Mariano Rajoy abre la campaña a nivel nacional en Jerez de los Caballeros y Badajoz el 6 de mayo. ¿Mera coincidencia?
Y es que si el PSOE está a la baja, si ZP está muerto y amortizado políticamente, si la ola que recorre España es azul, ¿qué pasa aquí que se está por debajo o, si acaso, se roza el empate? Nadie se cree que Vara solo sea capaz de parar la corriente adversa que le viene encima, pero su populismo fraguado durante toda la legislatura y su reciente desvinculación de Zapatero van a contribuir y mucho a mejorar su posición cara a las urnas.