El nuevo presidente de la Junta plantea un gobierno sin ideologías, poniendo en práctica las ideas que permitan a Extremadura salir de la crisis y generar empleo, sean de derechas o de izquierdas Nos enfrentamos a una legislatura sin ideologías que valgan. Las ideas al poder, vengan de la bancada que vengan. José Antonio Monago ha accedido a la Presidencia de la Junta mostrando una imagen centrista de su persona y de su partido, y dejando claro que sólo persigue dos objetivos: la generación de empleo, desde la que deben partir todos los demás logros sociales, y la austeridad en la administración. La derechona ha abandonado el PP, al menos en sus primeras filas.
El debate de investidura vivido esta semana en el Parlamento extremeño ha dejado entrever la máxima que van a defender a partir de ahora los populares, que Extremadura no tiene tiempo para definirse políticamente entre derechas e izquierdas y que lo que hay que hacer es plantear las ideas que permitan a la región salir del atolladero en el que anda metida. Este discurso, práctico cuanto menos, engancha a la gente, deseosa como está de hallar una especie de mesías que le diga que las cosas van a cambiar, que el empleo va a aflorar nuevamente y, encima, los políticos van a abandonar esa fama que les persigue de derrochadores y aprovechados.
Vara dice que con esa tesis mejor que unas elecciones, se podía poner una gestoría y que cada cuatro años la Junta la sacara a concurso en vez de convocar a los ciudadanos a las urnas. Pero su postura hoy día no la compra mucha gente, con partidos de izquierda ejerciendo políticas neoliberales obligados por los mercados poco o nada se puede hablar de ideología, si acaso de gestión, y en ese campo la derecha, o el centroderecha si se quiere, sale ganando puesto que va a las claras.
Por mucho que ahora haya algún que otro ‘gurú’ de la política que culpe de la derrota del PSOE a los pactos con el PP puestos en marcha por Guillermo Fernández Vara, lo cierto es que sin la crisis y su gestión por parte de Zapatero, las cosas no se habrían desarrollado de la misma manera. La marea azul llegada desde Madrid ha conseguido inundar esta parte del país como tantas otras, y los votantes, alejados del PSOE por todos estos motivos, han encontrado a una persona capaz de captar su atención y su voto.
Ese es el gran mérito de Monago. Él lo sabe, afirma sin tapujos que el mito de que Extremadura es de izquierdas, que como decía Alfonso Guerra aquí ganaba una cabra que fuera presentada bajo las siglas del PSOE, se ha caído. Para él, en esta región gobierna quien consigue ganarse a la gente. Así se ha alzado vencedor en estas elecciones y así pretende gobernar la región los próximos cuatro años, dejando a un lado las ideologías y planteando el sentido práctico de la política. Eso al menos es lo que han comprado los ciudadanos.
Nos enfrentamos a una legislatura en la que se van a medir los logros con una regla. Los anhelos tienen eso, que una vez se venden, quien los compra los quiere rápido. De ahí que el empeño del nuevo presidente en «remangarse», como él mismo dice, debe empezar cuanto antes. Esta vez se han prometido hechos concretos que pasan por la generación de puestos de trabajo y, ante eso, sólo caben dos opciones: sí o no. Nunca las listas del paro han tenido tanta expectación. Tras los 100 días de cortesía democrática, empezarán los análisis y algunos irán a degüello.