
Vara ha dado un paso al frente esta semana y se ha mostrado partidario de que José Luis Rodríguez Zapatero diga antes de las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo si será o no el candidato del PSOE en 2012: «Si yo pudiera elegir preferiría que lo dijera antes, sería bueno, aclararía muchas cosas e impediría que las elecciones se convirtieran en un plebiscito de ‘Zapatero sí, Zapatero no’». El presidente extremeño, revestido de barón territorial, ha hecho público lo que todo el mundo piensa dentro de su partido: que Zapatero más que sumar, resta; más que convencer e inspirar confianza, provoca rechazo.
Vara ya tiene su propia apuesta. Dijo hace dos semanas en El País que si Zapatero se iba, él tenía tres candidatos: Alfredo, Pérez y Rubalcaba, una guasa lanzada a nivel nacional para dejar sentado que si el presidente decide marcharse, la militancia extremeña mira a una persona concreta. No es casualidad que sea Rubalcaba y no otro quien venga a Mérida el próximo 20 de febrero a presentar la candidatura del líder extremeño.
El todopoderoso José Blanco se ha encargado en los últimos meses de cimentar una sólida mayoría interna en torno al vicepresidente primero y a la vista está que Vara la respaldaría. No es que el presidente extremeño piense que se trata del mejor candidato, pero con la que está cayendo tampoco se perfilan otros. En el PSOE se cuenta cómo Vara, en el comité federal de octubre, con el cambio de gobierno recién aprobado por Zapatero, dijo durante su intervención que había que fijar las líneas maestras del partido para dentro de 25 años cuando jóvenes como Leire Pajín, Eduardo Madina y también Rubalcaba fueran los que mandaran. Fue un chiste, pero con una alta dosis de crítica.
El presidente extremeño no tiene deudas pendientes con Zapatero. Por no deberle, no le debe ni su designación. No hay que olvidar que, en su momento, Zapatero tenía su candidata para Extremadura en caso de marcharse Ibarra, la ex ministra María Antonia Trujillo. Fue el propio Ibarra el que apostó por Vara y, tras él, el resto del PSOE de Extremadura. A lo largo de estos años, el presidente extremeño ha sido fiel a su secretario general, pero en el momento de jugar con las cifras electorales fija sus preferencias personales pues, como él mismo dice, «nos la jugamos todos como partido».
De todas maneras, el PSOE extremeño está últimamente algo más confiado. Ha trascendido que una encuesta propia les otorga una distancia con respecto al PP de 5 puntos, una ‘manita’ que les permite respirar a la vista de otras consultas, como la de HOY, que revelaban una distancia de menos de 1 punto. A pesar de ello, la ventaja que consiguieron en las últimas elecciones, de 14 puntos, se ha rebajado ostensiblemente, lo que les obliga a no bajar la guardia y, de momento, eliminar todo el lastre que les pueda perjudicar.
Los socialistas extremeños no se sitúan, ni por un segundo, en un escenario hipotético de victoria electoral del PP. Para ellos, sería como que se apagara el sol, un imposible, pero saben que el contexto en el que se van a desarrollar estas elecciones es tan nuevo como adverso y, ante ello, hay que anticipar acontecimientos.