Los que tenemos cierta edad, o sea, la mía o aún mayores, recordamos con simpatía aquellos avisos de socorro que iluminaban la radio de antaño. A falta de redes sociales buenas eran tortas. Para los más, una manera de meter el hocico en la vida ajena, para quienes se servían de ellos, un salvavidas en tiempos de mar agitada. Hoy, rememorando, me atrevo a lanzar yo también un mensaje de socorro. Ha sido en este caso el Presidente de la Academia Extremeña de Gastronomía, el inefable Don Francisco Saúco, quien se ha puesto en contacto conmigo. Gracias a Dios, ninguno de los académicos se ha extraviado entre cata y cata, ni tampoco se les ha perdido el rastro tras una conferencia. No desesperen quienes les esperan, están todos a buen recaudo. Resulta que la Academia, en su muy encomiable y alta tarea, tiene en marcha un proyecto de biblioteca que ya cuenta con más de trescientas obras en torno a la gastronomía, muy particularmente la extremeña. La tal biblioteca se acomoda en la sede de la propia Academia en la Plaza Alta de Badajoz, junto al Arco del Peso, lugar donde por siglos se celebró mercado y las cocinas tomaron abasto. Hoy son los aficionados a la buena mesa los que pueden consultar lo que tengan por conveniente, y así abastecer el espíritu, en la biblioteca que nace. Y para que crezca con salud envidiable, para que no falte uno solo de los libros que deban descansar en sus estantes, es para lo que Don Francisco me hace llegar su mensaje de socorro que yo comparto con ustedes, amables lectores. Todos aquellos que quieran colaborar donando libros de cocina de todo pelaje y condición, por favor, diríjanse por correo a academiaextremenadegastronomia@yahoo.es. Que no se pierda un libro. Especialmente los raros o descatalogados, pero tampoco el más humilde de los recetarios que nos legaran nuestros mayores. Por asunto familiar grave, que se decía entonces. Extremadura se lo agradecerá. Nosotros también. Y buen provecho.