Sin comerlo ni beberlo, hay ocasiones en las que la suerte sorprende al cazador de imágenes, y una jornada en la que no se esperan grandes sobresaltos termina con un trofeo que pasará a la historia. Fue lo que le ocurrió en 1991 a la Mirada Atenta de Lorenzo Cordero.
El fotógrafo de prensa iba a cubrir de forma rutinaria un congreso socialista que se celebraba en Cáceres, y se topó con la dimisión del entonces todopoderoso Alfonso Guerra, salpicado por un escándalo de corrupción protagonizado por su hermano.
En la imagen congelada por el objetivo de Lorenzo queda clara la escena: un congreso aparentemente tranquilo, en el que destaca, iluminada en ese momento por la luz, el gesto crispado de Guerra, que contrasta con los rostros serenos, casi aburridos, del resto.