Hay imágenes que valen más que mil palabras, y dedos acusatorios que duplican el precio con un simple gesto. Eso le pasó a Josep Piqué en 2002, cuando asistía como Ministro de Exteriores a una Cumbre Europea que se celebró en Cáceres. El italiano Silvio Berlusconi ya tenía la fama que luego se demostró más que merecida de mujeriego y ligón irredento. Por si alguien no se hubiese dado cuenta de sus sonrisitas con otra participante en la cumbre, Piqué realizó un rápido movimiento con su brazó que se convirtió, para el ojo entrenado, en la flecha que señalaba la foto del momento, que la Mirada Atenta no dejó escapar.
En ese encuentro, no fue esa la única imagen que dio la vuelta al mundo, sino que Berlusconi también tuvo la ocurrencia de colocar unos cuernos con la mano tras la cabeza de Piqué. Aquella foto tampoco tuvo desperdicio.