Los reporteros de prensa tienen corazón, aunque su sentido del deber les lleva a guardarlo un rato en la mochila mientras se termina el trabajo. Sin embargo, las heridas y los recuerdos permanecen porque ninguna mochila protege de la conmoción que produce la tragedia al golpear. La Mirada Atenta de Lorenzo Cordero aún sigue conmovida por el llanto de los compañeros de los siete trabajadores sobre los que se derrumbó el túnel de Miravete durante su construcción, el 15 de febrero de 1994.
Llovía, y la oscuridad y el agua dificultaron el acceso al lugar. Lorenzo Cordero, y su compañero Pablo Calvo pararon justo al borde del barranco. Los compañeros de los trabajadores afectados por la explosión salían llorando del túnel. Justo antes, habían estado sacando los restos de los obreros en bolsas de plástico ayudados por los bomberos.
Con el corazón ecogido, resguardado en la mochila, la Mirada Atenta recogió el momento en el recuerdo y con el objetivo de su cámara. Le avisaron del peligro de explosión si hacía fotos con flash ya que quedaban cargas de explosivos con sus detonadores que se podían activar con el destello. Las opciones que quedaban para seguir trabajando eran entonces pocas, ya que la oscuridad imposibilitaba coger buenas instantáneas. Al final optó por mantenerse lo más alejado posible de los detonadores y utilizar el flash con la menor potencia posible.