Del buen fotoperiodista se espera que resuma la actualidad en buenas imágenes cogidas al vuelo. Pero también hace falta sensibilidad y humanidad para reparar en el contraste de estéticas y costumbres que se adivina entre los habituales del Festival Womad y la niña que pasea, radiante y ajena a toda esa comparsa, la felicidad de su Primera Comunión. La imagen fue captada en mayo de 1992, en la parte antigua de Cáceres, donde cada primavera se produce una auténtica convivencia de cultura y colores.