La noria en la Feria de Cáceres, y los transeúntes, como sombras (mayo de 2012).
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Cualquier feria está hecha de luces y ruido. Es tal su magnitud de los destellos y del estruendo que los visitantes se mueven en el ferial como sombras, buscando el espectáculo o el placer inmediato de una golosina o una chuchería. Por eso los feriantes compiten unos con otros con luces y con ruido, convirtiéndonos al resto de los mortales en simples mariposas, que van y vienen al son de la música y el colorido, atrapadas en la red, medio ciegas y medio sordas, hablándonos al oído para poder comunicarnos, temerosas de que nuestros vástagos se pierdan en la multitud ruidosa y oscura.
La Feria de Cáceres no ha sido distinta a otras muchas. La Mirada Atenta buscaba y buscaba su foto, distinta, comprometedora y comprometida con su actitud de relatar en un instante la filosofía de un acontecimiento. Y de repente vio la noria de luces girando, como un tótem, que recordaba a todos el poder de los atractivos colores que volvían a llevarnos, a miles, al ferial. Y las sombras, alrededor, evidentes y livianas, sin voz ni oído, anhelantes de más luces y más ruido porque es agradable volverse sordo ydejarse llevar sólo por las luces que nos atraen y nos atrapan, escapando de otra realidad más anodina y mate.
Sin trípode, como siempre, tras la experiencia de años golpeando con él a los transeúntes que se cruzaban en su camino, Lorenzo Cordero plantó su bolsa de los cacharros en el suelo, y encima de ella colocó su cámara. Necesitó seis fotos seguidas hasta conseguir captar las luces y las sombras en su real magnitud. Para ello utilizó dos segundos de exposición y 22 en el diafragma. Voilá. La noria, tal como es de verdad, y nosotros, alrededor, revoloteando.