Azules para relajarte, verdes para tranquilizarte y blancos para potenciar la luminosidad. Estos tres colores te ayudarán a relajarte y a conciliar el sueño si tiñes con ellos las paredes de tu dormitorio. En ellas, el azul es muy relajante y favorece el descanso. Elige tonos suaves para no cansarte y no restar luz a la estancia. No es una buena opción si la habitación está orientada al norte, porque son tonos fríos. Los neutros, del blanco al beis, potencian la luz en el dormitorio y amplían visualmente el espacio. El verde transmite frescura al recordar la vegetación y los espacios naturales. Opta por el verde agua, pero arriésgate con pistachos y limas en cuartos infantiles. Si te decides por algún amarillo, elige un tono claro. Es luminoso, cálido y acogedor, pero sus tonos más intensos transmiten demasiada energía. Por lo que irá bien en la zona de trabajo.