A veces hay tarros que se resisten a ser abiertos y desesperan tanto que esperas a que llega a casa otra persona para pasarle la misión de preparar la cena. Para conseguir tu objetivo, prueba a girar la tapa con un guante de plástico o de goma. De esta manera, evitarás que se resbale de entre las manos y te resultará más fácil abrirlo. Si no consigues quitar la tapa así, pon el tarro boca abajo y golpea (con cuidado de no romperlo) con el mango de madera de un cuchillo o con la mano de un mortero. Endereza el tarro y gira la tapa. Otro truco para desenroscar los tarros consiste en sumergirlo boca abajo, durante cinco minutos, en un recipiente que contenga agua templada. También puedes probar a golpear la tapa con el canto de la encimera. Y si no lo consigues de ninguna de estas maneras, tendrás que darte por vencido.