Si no puedes evitar que se te escapen las lágrimas al picar las cebollas como si estuvieras viendo otra vez la secuencia más estremecedora de tu peli favorita, prueba un par de trucos para terminar con tanto llanto. El mejor de todos consiste en sumergir las cebollas en agua caliente antes de cortarlas. También puedes picarlas bajo un chorro de agua o untar con vinagre el filo del cuchillo que se va a utilizar. Asimismo, funciona retirar la zona por donde sale la raíz de la cebolla y eliminar un poco del interior en forma de cono. Sin embargo, si ninguno de estos remedios te resulta efectivo, busca una bolsa de cebolla en la zona de congelados del supermercado. Su resultado es bastante bueno y sólo hay que meter la mano en la bolsa y echar el puñado que quieras a la sartén. Y de ahí al plato, sin llantos inútiles de por medio.