Si no te maquillas mucho, puede que justo el día que quieras ‘arreglarte’ un poco te des cuenta de que no tienes máscara de pestañas o, simplemente, que no recuerdas dónde la has puesto. En tal caso, recurre a un truco que te dará, al menos, un rico olor. Coge una barrita de regaliz, ponle un poco de saliva y pásatela por las pestañas. Así, parecerá que te has puesto un buen rímel. Si lo que descubres es que la máscara está seca, agrega unas gotas de aceite de oliva al envase, aunque recomiendan que nunca se añada agua. No obstante, si te da miedo usar máscara de pestañas de color, es mejor que te las pintes de negro o como suelas hacer habitualmente, y luego te des un toque en las puntas con el color que más te guste. De esta manera, darás alegría a tu mirada sin que resulte exagerado. Huye de las verdes o azules si tienes los ojos sensibles.