Ni la electricidad, ni el binomio informática-Internet, ni siquiera la televisión. Lo que realmente cambió la marcha del siglo XX fue el amoniaco. Es lo que defendieron hace cuatro años algunos científicos en la celebración del centenario de la síntesis del NH3, un compuesto de tres átomos de hidrógeno y uno de nitrógeno.
El 13 de octubre de 1908, el químico alemán Fritz Haber registró la patente del amoniaco. Por primera vez se conseguía solidificar el nitrógeno de forma eficaz y estable. Los científicos sabían que era el nutriente básico de las plantas, pero su estado gaseoso (supone el 78% de la atmósfera) impedía aprovecharlo. A comienzos del siglo pasado, las únicas formas sólidas de nitrógeno en estado natural eran el guano peruano y el salitre o nitrato de Chile. Pero su producción era insuficiente para satisfacer las demandas de la agricultura moderna.
Lo que patentó Haber fue un proceso por el que obtenía NH3 de la combinación de hidrógeno y nitrógeno a alta temperatura y presión en presencia de un catalizador como el óxido de hierro. La inmediata aplicación industrial del sistema por parte de Carl Bosch permitió la independencia agrícola de Alemania cuando, durante la I Guerra Mundial, los aliados bloquearon sus suministros de nitratos orgánicos.
Los dos químicos recibieron sendos premios Nobel por su proceso Haber-Bosch. Hoy en día se producen 150 millones de toneladas métricas al año, el 80% destinadas a alimentar las tierras de cultivo.
La lista de aplicaciones del amoniaco es enorme:
Fertilizantes
La agricultura moderna no habría sido posible sin el concurso del amoniaco. Los nitratos naturales, aún haciendo ricos a los estados peruano y chileno, no habrían bastado para atender el ‘boom’ que experimentaron los cultivos a lo largo del siglo pasado. El corolario de esto es la explosiva superpoblación que el nitrógeno ha alimentado. Los fertilizantes nitrogenados son los responsables de la alimentación del 48% de la población mundial actual.
Colorantes
El amoniaco se usa en la fabricación de varios tipos de tintes y se aplica al tintado y pulido de algodón, lana y seda. Siguiendo un mecanismo similar, el amoniaco se usa en soluciones para el tintado permanente del cabello en combinación con el peróxido de hidrógeno. La reacción es inmediata y debe aplicarse enseguida. También la industria farmacéutica lo usa en la elaboración de productos como las medicinas del grupo de las sulfamidas, vitaminas y cosméticos.
Detergentes
El amoniaco está presente o interviene en la mayoría de los productos de limpieza del hogar o industrial, Aunque han aparecido nuevos compuestos libres del NH3, buena parte de los lavavajillas, limpiadores de cristal, fregasuelos o quitapolvos contienen amoniaco o se ha usado en su fabricación. Tanto es así, que algunos amantes del bricolaje apuestan por comprarlo a granel y, con la mezcla adecuada, sustituir casi todos los productos comerciales.
Mundo animal
El amoniaco, como la urea sintética, también ha puesto su grano de arena en el aumento de la productividad ganadera. Un ejemplo es el enriquecimiento proteínico de los forrajes. El añadido de NH3 a la alimentación del ganado mejora la digestión de la paja al facilitar, en combinación con el agua, la absorción de fibra. Además, el forraje gana en proteínas, al ‘pegarse’ parte del nitrógeno a la fibra. Esta alimentación tiene el efecto secundario de aumentar la emisión de gases.
Explosivos
El amoniaco, más exactamente el nitrato de amonio, es el componente más habitual en los explosivos. Entre los que lo contienen, están algunas variedades de dinamita usada en minas y perforaciones, bombas, torpedos, cabezas de misiles y munición en general. Al mezclarlo con compuestos del carbono y sometido a altas temperaturas, se provoca una violenta reacción. Algunos fertilizantes pueden ser reconvertidos con facilidad en un explosivo.
Una curiosidad:
En realidad, la aplicación bélica del amoniaco despertó en los industriales alemanes un interés mucho mayor que su uso como fertilizante ya antes del estallido de las hostilidades en julio de 1914. El bloqueo del suministro exterior alemán realizado por parte de las potencias aliadas no hizo otra cosa que acelerar el desarrollo de las aplicaciones militares del amoniaco. Alemania, país central y aislado, pudo mantener el esfuerzo bélico durante más tiempo gracias a que el amoniaco permitía alimentar a su población y las balas, proyectiles y bombas de sus soldados.
Nailon y rayón
El amoniaco no es un componente pero sí un facilitante, un elemento clave en el proceso de creación de muchos productos. Sucede con una amplia familia de tejidos o fibras sintéticas producidas a partir de polímeros. El primero de ellos es el rayón, tejido conocido también como viscosa o seda artificial. Las fibras del nailon deben ser tratadas con amoniaco líquido. Otros muchos plásticos deben parte de sus virtudes al NH3.
El amoniaco es un producto muy utilizado en la limpieza y desinfección del hogar por su enorme capacidad para eliminar manchas difíciles, sobre todo, de grasa. Esto lo convierte en un valioso aliado en el momento de limpiar superficies como azulejos, cristales, filtros de campanas extractoras, etc. Por otra parte, el amoniaco también actúa sobre tejidos como moquetas y alfombras, permite suprimir las huellas de los dedos sobre el mobiliario, así como manchas de zumo y sangre.
Incluso es útil para tareas de pintura, ya que sirve para quitar el brillo al barniz y a la cera y, por lo tanto, se puede usar como removedor de esas sustancias. Hay que tener en cuenta que, antes de dar una mano de pintura o de laca a una superficie de madera ya pintada, hay que decaparla, es decir, quitar la pintura antigua. En estos casos, el amoniaco también puede ser útil.
El uso del amoniaco conlleva algunos riesgos. Por ello, hay que manejarlo con cuidado y precaución cuando se emplea en la limpieza y cerrar bien el recipiente que lo contiene al guardarlo. Por supuesto -este consejo vale para todos los productos de higiene del hogar-, hay que dejarlo lejos del alcance de niños pequeños. El contacto del amoniaco con la piel puede causar irritación, quemaduras y ampollas
Pero, más allá de los riesgos mencionados, tampoco se debe caer en temores excesivos ante la manipulación y el uso del amoniaco. La clave radica en diluirlo de manera correcta y, desde luego, no excederse en las cantidades. La mezcla adecuada estaría compuesta por agua, el líquido correspondiente a la superficie que se desee limpiar (específicos para la vajilla, el suelo, etc.) y un chorrito de amoniaco. Tal combinación garantizará una limpieza efectiva.
Una paradoja:
Como fertilizante, el amoniaco ha sostenido la alimentación de miles de millones de personas pero, como explosivo, está implicada en la muerte de 150 millones. ¿Habrá otra patente que cambie el mundo como lo hizo la registrada por Fritz Haber hace 100 años?
Un truquito para recupera con amoniaco la suavidad de las toallas
Si tus toallas han dejado de estar suaves, recupera esa suavidad añadiendo un poco de bicarbonato al agua cuando las enjuagues o, también, puedes dejarlas un par de horas en remojo con agua y un poco de amoniaco. Si lo que quieres dejar suave es una prenda de lana, usa también amoniaco y agrega una tacita por cada litro de agua que pongas. Pero eso sí, recuerda que no debes echar suavizante porque, a la larga, la lana se apelmaza. Recurre también al amoniaco si se te ha encogido un jersey. Déjalo unos minutos en remojo en agua con una cucharada de alcohol, otra de amoniaco y otra de vinagre. El amoniaco también te servirá para eliminar las manchas de moho. Recuerda que no debes planchar las toallas de rizo porque si lo haces perderán la esponjosidad.