Si dudas de que algún objeto de plata es realmente de ese metal, recurre a la sal. Prepara una mezcla de tres cucharadas de agua y una de sal fina, aunque la cantidad debe cambiar según las dimensiones del objeto. Sabrás que es realmente plata si ésta no cambia de color. Si no usas estos objetos con frecuencia, envuélvelos en papel de seda, preferentemente oscuro, para que no se dañen. Si quieres que unos pendientes o una pulsera de plata recuperen su brillo, límpialas con zumo de limón. Después, aclara con agua caliente y saca brillo con una gamuza. Pero si te gustan los remedios realmente caseros, frota las cadenas y joyas de plata con miga de pan del día anterior. También puedes limpiarlas en un baño de alcohol de quemar, de venta en droguerías, o frotándolas con bicarbonato mezclado con agua con el que hayas hecho una pasta.