Si eres de los que siempre se pone el dedal antes de repasar los botones, coger los bajos o, si eres valiente, coser unas cortinas, prueba a poner polvos de talco en el interior del dedal. De esta manera, ni se saldrá a causa del sudor ni se oxidará con el paso del tiempo. Si te sudan las manos enteras, prueba a frotártelas con polvos de talco para que tampoco se te resbalen las agujas. Si, por el contrario, el dedal se te cae porque tienes los dedos fríos, échale el aliento en su interior. También puedes improvisar un dedal cuando lo hayas perdido. Todo lo que debes hacer es ponerte en el dedo una tirita y apoyar la aguja en la parte que está almohadillada. Si no te gustan los dedales, evita dañarte el dedo al utilizar agujas muy finas aplicándote sobre él un poco de laca incolora para las uñas. Así, la aguja resbalará y no te causará ninguna herida.