¿A quién no le alegra el día un ramo de flores? Y si, además, son rosas naturales y de un intenso color rojo, mejor. Después de mirarlas durante un buen rato, corta un poquito los tallos y llena el jarrón de agua hasta las tres cuartas partes y añade bastante hielo. Así conseguirás prolongar su frescura durante, al menos, una semana si lavas el jarrón a diario. Si las quieres conservar toda la vida, recurre a la cera. Todo lo que debes hacer es poner restos de velas blancas a disolver en un cazo. En cuanto esté líquida, sostén una rosa invertida por el tallo y sumérgela en la cera líquida, prestando especial atención a que todos los pétalos de la flor resulten impregnados de cera. Después, sácala e introdúcela de inmediato en otro cazo con agua fría. Repite la operación con el resto de flores del ramo y ponlo luego a secar en un jarro de cuello alto.