El viernes pasado sufrí un buen palo. No se preocupen. Ninguna desgracia personal, gracias a Dios. A muchos incluso les parecería una chorrada. La verdad es que para mi sí ha tenido importancia, para qué les voy a engañar. Ha sido un buen palo y de los gordos. ¡Y encima un Viernes! Parece mentira, ¡con lo que a mi me gustan los Viernes!

https://blogs.hoy.es/loch-lomond/2010/6/18/the-cure-friday-im-in-love

No es la primera vez en mi vida que me dan un golpe moral parecido (éste es el cuarto, si no me falla mi memoria de elefante) pero en el último lustro quizás sea el que más daño me ha procurado. Tampoco puedo decir que no me lo esperara. Aunque siempre mantienes la esperanza hasta el último momento deseando que no sea así, no acabas de creerte algo malo hasta que la realidad te abofetea en la cara con toda su crudeza. Está claro que en esta vida más vale caer en gracia que ser gracioso. Acostumbrarte a que nadie aprecie tus innegables virtudes, actitudes y aptitudes, y que gente menos capacitada te pase por encima, no es ya sino obviedad insalvable en esta jungla a la que llamamos mercado laboral.

El problema no radica sólo ahí, en el golpe moral, la humillación interior, y el sentimiento de impotencia, desprecio y abandono a tu persona, sino que en mi caso he notado como mi acostumbrado optimismo y gran sentido del humor han estado a un paso de hacerme caer en un estado feudal gobernado por la tirana melancolía, las malas sensaciones y el mal humor. Como siempre, tras apenas 48 horas y alguna copita de LOCH LOMOND, mi novia, mi familia y mis amigos no han permitido que esto ocurriera. ¡Y menos mal! No se puede ir por la vida presumiendo de cachondo mental y disgustarte tanto a las primeras de cambio por algo que realmente no vale tanto la pena. O si no recuerden mi artículo “humor”

http://www.hoy.es/v/20100307/opinion/humor-20100307.html

Mi padre me escribió ayer Domingo una frase en un email que ha sido el último empujón para volver a mi actual estado anímico: “La vida es así en este asqueroso país hijo mío. Hay que aguantarse y resignarse sin dejar de luchar por lo que crees. Ahora bien, nunca te rindas, porque eso sí que no vale para nada”.

Esta frase me animó y me hizo recapacitar y pensar mucho. Por lo tanto ayer Domingo volví al trabajo con el mejor de mis caretos, y poco a poco voy dejando asomar cada vez más mis blancas piezas dentales hasta recuperar la totalidad de mi acostumbrado estado de buen rollo.

Ya lo saben amigos. Mucho ánimo para los golpes que nos espera en la vida. Deprimirse, angustiarse o desesperarse no vale nada más que para estar triste. Hay que luchar, buscar soluciones, intentar logar tu objetivo sin rendición. Todo tiene solución menos la muerte. Por lo tanto ya saben: ¡Desesperar nunca…Rendirse jamás!