El lunes volví a mi casa a mediodía más contento que otras veces. Acababa de regresar de la Biblioteca Pública Bartolomé J. Gallardo de Badajoz, sintiéndome algo más feliz. Desde luego, a ésta biblioteca hay que reconocerle que a pesar de tardar más que en otras ciudades, finalmente ha sabido adaptarse a los tiempos y ofrecer un razonable servicio a los ciudadanos pacenses. Por cierto, es incomprensible la de gente que conozco que no tienen el carné de la biblioteca. Incluso y aún peor, que ni siquiera han cruzado la puerta de tan sagrado recinto en su puñetera vida. Yo desde luego me quedo a cuadros y no sé que pensar. En fin, ya somos mayorcitos para saber lo que hacemos, y renunciar a un servicio que te presta el Estado, pagado además con tus impuestos, cuanto menos me parece de poco inteligente. Siempre habrá algún listillo que diga que él prefiere comprar los libros en lugar de tener que manejar los usados libros de la biblioteca, pero a mi no me la cuelan. En mi casa siempre ha habido una considerable biblioteca de mis señores padres y no exagero si hablo de más de 2.000 volúmenes, y aún así el menda ha tenido que recurrir cientos de veces a la querida biblioteca pública, donde ha pasado miles de felices horas de su vida. Más quizás en mi etapa de colegial o Instituto, pues antes de la irrupción de Internet era casi necesario acudir a ella para poder disponer de los libros de consultas necesarios para los trabajos precisados en clase.
No sé si a los 6 ó 7 años fue cuando me hice mi primer carné de socio. Aún lo conservo. Salgo monísimo en la foto. Tan chiquinino. ¡Más gracioso! Allí, en la biblioteca infantil, fue donde empecé a leer los cómics de “Astérix”, “Tintín” o “Lucky Luke” que no podía encontrar en la biblioteca de mi padre, o cientos de “Mortadelos” o “Zipi y Zape”, “elige tu propia aventura” y muchos más que no podía permitirme con mi estricto estipendio semanal. Años después la biblioteca ha crecido y ya no sólo ofrece libros, sino también conexión a Internet, Dvds y Cds de música que un servidor agradece infinito. Es un servicio realmente muy valioso para los que desgraciadamente no podemos permitirnos gastar más dinero en este tipo de soportes.
Ustedes ya saben lo mucho que me gusta Tintín. La verdad es que no puedo presumir de ser ningún Tintinólogo, (que los hay, e increíblemente buenos en este país y en diversos lugares del globo) pero sí, sin embargo, de Tintinófilo. Además, modestia aparte, sé bastante sobre la gran creación de Hergé, y poseo numerosos libros que estudian la figura de Tintín desde varios puntos de vista y desde todos los ámbitos. Ando detrás de un ejemplar hace varios meses. Se trata de la novela “Tintín en el nuevo mundo” de Frederic Tuten. Una Novela a la que el Propio Hergé dio luz verde en vida y que presenta a un Tintín adulto reflexionando sobre varios temas, entre ellos, su sexualidad. El caso es que llevo siglos intentando conseguirla por Internet, gratuitamente claro, y no hay manera. He visitado alguna librería y es difícil conseguirlo, pero ya sea en una librería o por Internet su precio se escapa de mi bolsillo. Por lo tanto el lunes se me ocurrió acudir a la Biblioteca Pública. Accedí desde un ordenador al registro y “voilá” lo encontré disponible en la biblioteca de Cáceres. “¡que mala suerte!” pensé. Se me ocurrió comentárselo a una de las bibliotecarias de toda la vida que es muy simpática y además compartimos afición por Tintín, y me indicó amablemente que podía solicitar que se me prestara el libro. Aún sorprendido, rellené un sencillo formulario y me explicaron que en un par de días lo tendrían y me lo prestarían por un mes. Así de sencillo, y sin pagar un duro. ¡Bien por la Biblioteca Pública! ¡Que felicidad que se use parte de tus impuestos para cosas con las que comulgas y que además te son reembolsadas de una u otra manera! ¡Así da gusto pagar impuestos!
El que renuncia a la Biblioteca no sabe lo que se pierde. Si hace tiempo que no la visitan se la recomiendo especialmente. Cada vez hay más novedades en Dvds, Cds y por supuesto libros y Cómics. Por cierto, ya les contaré lo que me ha parecido el libro. ¡Qué ganas tengo de leerlo cualquiera de estas cálidas noches de verano con el aire acondicionado a toda mecha y un buen copazo de LOCH LOMOND con mucho hielo! Desde aquí mi agradecimiento a todos los bibliotecarios de la Biblioteca Pública Bartolomé Gallardo de Badajoz, extensible a todos los bibliotecarios en general, que trabajan cada día por mejorar tan ilustres templos del saber y de la diversión humana.