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Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

MIS PADRES

El domingo pasado les hablaba de mi hijo:

http://www.hoy.es/v/20100808/opinion/vegas-altas-jerte-20100808.html

Hoy sin embargo voy a hablarles un poco de mis padres. Si ya lo dice más de un lector descontento por ahí, que saben más de mi vida privada que la de Belén Esteban. Pues que quieren que les diga amigos, es lo que hay, y no me cansaré nunca de hablar en mi blog de las personas a las que quiero con locura. Hacía tiempo que no nos veíamos, pues volvieron el domingo de sus vacaciones, y ayer noche estuvimos tomando unas cervezas. Quedamos en “los veinte duros” que es el nombre por el que mis padres conocen “la Dehesa” de Santa Marina. En mi familia ocurre una cosa curiosísima con los nombres de los bares, no sabemos por qué, pero nunca llamamos a los bares por sus verdaderos nombres. Ya les digo que a las dehesas los llamamos los veinte duros (por aquello de que en su día las tapas costaban 100 pesetas). Luego están otros como “la Almadraba” que de toda la vida en mi casa siempre ha sido “el maestro Luis”, o “la bodega” situada en la Plaza de los Alfereces que siempre hemos llamado “la bodeguita”. El baluarte, frente al edificio de la Seguridad Social se llama para nosotros “Casa Lucio”, El Rincón Avecilla es “el Paco” y así en innumerables bares de la ciudad.

El caso es que hemos estado tomando unas cervezas y charlando de esto y de aquello. Mi madre como siempre se queja de que ella es capaz de tomarse una litrona de cerveza sin problema en su casa, pero que en un bar se toma dos tubos y ya se empieza a marear. “Eso es por el gas mamá” le repito constantemente, y es cierto. Dicen que si te tomas una caña con una cucharilla de café te emborracharías a consecuencia del aire que vas ingiriendo. Yo, que quieren que les diga, nunca lo he probado… por si acaso.

El caso es que como siempre lo hemos pasado muy bien. Ha sido muy grato volver a estar con ellos un ratito mientras nos contaban que tal les han ido las vacaciones. Tengo algunos amigos y conocidos, que hablan de quedar con sus padres como una obligación, como un sopor que tienen que aguantar de vez en cuando. Lo siento mucho pero en mi caso nunca ha sido así. Me encanta estar con ellos y nunca me cansaré de quedar con mis padres para tomar cañas por estos bares de la ciudad cuyos nombres nos inventamos. Hablar con mi padre es un privilegio, pues aprende uno con él en cinco minutos lo que otros no conseguirían en diez horas en una biblioteca. Mi madre siempre tiene o encuentra soluciones para todo, y cualquier problema que le planteas sabe darle la vuelta hasta que consigue hacerte ver que tiene razón y que no debes preocuparte.

Para muchos amigos o conocidos sus padres son “sus viejos”. Para mí menda siempre serán mis padres, papá y mamá, y por muchos años que cumplan siempre hablaré de ellos como unos padres jóvenes, que han sabido adaptarse a los tiempos y comprender y aceptar a sus hijos como son. Por eso decía el domingo pasado, que lo que más deseo cuando tenga un hijo es que sea ante todo una buena persona. Una buena persona, como mis padres. Papá, mamá, este copazo de LOCH LOMOND va por vosotros. Por ser como sois. Y ya sé que estoy demasiado gordo mamá. Y no me conviene beber tanto, que engorda mucho, pero ya adelgazaré tras el verano. Lo prometo.

Don de LOCH LOMOND

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agosto 2010
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