Hay domingos en los que albergo la sensación de que me están robando. El tiempo, monstruo impasible e implacable como él solo, consume minuto a minuto mi único día libre de la semana y casi no me queda un ápice de oportunidad para el maravilloso quehacer de tantísimas tareas a las que me gustaría dedicar la jornada dominical.
Una resaca curiosa, la carrera de Alonso, una larga y placentera siesta y la doble emisión de Aída se me llevaron ayer otro domingo de mi lado, escurriéndoseme de las manos enjabonadas como pez resbaladizo y rebelde.
Hoy lunes, de nuevo vuelta al tajo, al curro, al redil, al corral, a las obligaciones, a tachar el primer día de una semana que será larga, intensa pero no excesivamente dura, pues un acontecimiento a mediados de ésta será de vital importancia para mi menda y gran parte de la población. La verdad es que este acto tiene revolucionado a medio país. Naturalmente, me estoy refiriendo, claro está, al concierto que los irlandeses U2 ofrecerán en Sevilla el jueves 30, y al que un servidor acudirá para poder presenciar en vivo y en directo como se las gasta mi batería favorito, Larry Mullen, y también para gritarle a Bono aquello de “Quédate Bono, y hacemos merienda cena” de los geniales Muchachada Nui. ¿Qué se creían, que hablaba de la huelga general? No señores, uno está ya muy aburrido, y además ya saben que no es costumbre que en este humilde blog se toquen asuntos políticos, ya que desde estas líneas simplemente trato de entretenerles y divertirles, y la política y los políticos ya nos aburren lo bastante como para tener que recurrir de nuevo a ellos.
Ya falta un día menos para el siguiente domingo, domingo que trataré de aprovechar un poco más, y no dejar que se me esfume en pequeñas pinceladas como el extinto de ayer. Además, con la resaca ni siquera pude endulzar la jornada con un copazo de LOCH LOMOND. Domingo, querido domingo, cuento los días que me faltan para volver a disfrutar de ti. ¡Y pensar que cuando era pequeño los odiaba! Ya lo decía Mafalda, si no nos damos prisa en cambiar el mundo, luego es el propio mundo el que le cambia a uno.