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Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

Don Manuel Pecellín Lancharro

  

Quienes sigan regularmente este blog o bien mis artículos dominicales en la Tribuna de opinión del Diario HOY, conocerán de mi debilidad por la figura de Don Manuel Pecellín Lancharro. No pienso hablarles hoy de la enorme trayectoria de una de las personalidades culturales más importantes de Extremadura de los últimos 40 años, ni de su extensísima obra, ni siquiera de su impagable trabajo como bibliógrafo extremeño. Hoy sólo quiero felicitarle públicamente porque el pueblo que tuvo la fortuna de verle nacer, Monesterio, le ha rendido un gran homenaje dedicándole una calle con su nombre como reconocimiento a sus importantes logros.

 

 

Parece que fue ayer y han pasado más de 16 años desde que nos conociéramos en las aulas del Instituto Zurbarán de Badajoz. Reconozco que nuestro primer encuentro fue especialmente desagradable, al menos para mi menda. Era nuestra primera clase de Ética en segundo de BUP, y mis compañeros y yo tardamos unos minutos en encontrar el aula. Al disponernos a acceder tras pedir su correspondiente permiso, don Manuel nos negó la entrada. Ya he afirmado en alguna ocasión que la puntualidad era algo con lo que nunca ha transigido el bueno de don Manuel. Sin embargo en la siguiente clase, a pesar de mi recelo, tuve que reconocer que era ante todo un hombre que transmitía una sinceridad arrolladora. Ningún problema parecía especialmente grave para él, y tenía soluciones prácticas para todo. Nos hacía pensar, nos sorprendía a nosotros mismos haciéndonos reflexionar sobre determinados temas, y sobre todo, pidiéndonos nuestra propia opinión y valorándola muy seriamente. Sin darme cuenta creo que se convirtió en mi profesor favorito cuando la famosa anécdota de la “técula mécula” (contada detalladamente en mi artículo Humor en diario HOY).

  

http://www.hoy.es/v/20100307/opinion/humor-20100307.html

 

A una compañera de clase le dijo que iba a suspenderla porque era de Olivenza y no conocía el postre típico de su tierra, y aunque a algunos compañeros les pareció un castigo excesivo yo no podía estar más de acuerdo con mi profesor. Uno no puede pretender ser alguien en la vida si desconoce las más sencillas y cotidianas cosas de su propia localidad.

 

 

El buen humor sin duda ayudó a que nuestra relación traspasara las barreras profesor alumno, y es que Don Manuel siempre ha sido un cachondo mental. Recuerdo con cariño cuando a algún compañero acostumbrado a hacer novillos le decía aquello de “eres como los ojos del Guadiana, apareces y desapareces” o cuando daba un toque de atención a algún alumno distraído y este respondía sobresaltado “sí, sí” “Emperatriz” añadía Don Manuel, y todos nos partíamos de la risa. A muchas alumnas que mascaban chicle durante las clases siempre les preguntaba si sabían en que se diferenciaban una vaca pastando de una señorita comiendo chicle, y ante la negativa de las alumnas sentenciaba “en la mirada inteligente de la vaca”. (Recuerden uno de mis primeros post https://blogs.hoy.es/loch-lomond/2010/6/11/tengo-vaca-lechera) A mi mismo me puso en una ocasión una buena nota tras responderle que deducía que por su apellido, Manuel de Falla tenía que ser de Valencia. ¡Lo que nos reímos!

 

Pero sobre todo por lo que Don Manuel será siempre un profesor que nunca olvidarées por su calidad como persona y educador. Siempre estaba allí para ayudarte y echarte una mano cuando tenías un problema. A mí me ayudó mucho, y a varios de mis compañeros también prestó una ayuda impagable y extraordinaria.

 

En mi humilde opinión Don Manuel Pecellín no merece esa calle con su nombre por sus logros culturales, las merece por ser un gran profesor y un educador que ante todo ha buscado siempre ayudar a los alumnos que más lo necesitaban en una época de sus vidas en las que se encontraban especialmente desorientados. Existen personas que no deberían jubilarse nunca. Lo siento por las generaciones venideras, pero no tendrán la suerte que tuvimos mis compañeros y yo de ser enseñados, educados y ayudados por un profesor como don Manuel en la institución más importante, la de la vida. Si la mayoría de profesores y educadores fuesen un poco más como Pecellín, la tasa de fracaso escolar no sería más que una mera anécdota en los tiempos que corren.

 

 

  

Muy alto, mi querido Don Manuel, levanto una copa de mi mejor LOCH LOMOND en su honor. Y no porque le hayan dedicado una calle en su pueblo, ni por ser un gran crítico literario, ni un excelente bibliógrafo, ni siquiera por ser un gran profesor, ¡Qué narices! Este brindis es simplemente por ser un gran hombre y una buena persona. Espero que el recuerdo imborrable que perdurará en esa placa durante el paso de los años permanezca impasible en la memoria de todos los que tenemos la fortuna de contarnos entre sus alumnos y sus amigos.

 

 

NOTA DEL AUTOR:

 

Hoy, 18 de Agosto de 2011, recibo la grata noticia de que mi amigo y Profesor Manuel Pecellín ha sido premiado con la Medalla de Extremadura. En mi opinión no puede ser más merecida. ¡Mis felicitaciones Don Manuel!

 

Don de LOCH LOMOND

Sobre el autor


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