Hoy me disculparán, queridos amigos, por no ofrecerles una de mis canciones favoritas, como es habitual los viernes en Don de LOCH LOMOND. He preferido aprovechar esta ocasión, para terminar de honrar el nombre de mi tío y padrino, Antonio García Calderón, tristemente fallecido el pasado miércoles, y rendirle un último homenaje.
Mi padre, Enrique García Calderón, hermano mayor de Antonio, se sobrepuso de su terrible tristeza ayer noche para dedicarle a su querido hermano unas últimas y bellas palabras que transcribo tal cual. Aprovecho para agradecer de corazón todas las muestras de apoyo, ánimo y respeto recibidas para mi familia, y muy especialmente hacia sus hijos Coro, Irene y Antonio, y su mujer Coro. Les dejo con las sentidas palabras de mi padre queridos amigos:
A mi querido hermano Antonio:
“La vida me ha roto un paisaje. Ahora hay un desgarro en la vieja postal. Es una fotografía en blanco y negro con cinco niños. Macarena, Marisol y Loles visten blancas falditas y lucen bucles y lacitos. Yo sostengo en brazos, con cierto esfuerzo, a un bebé gordo que mira satisfecho con sus ojos en blanco y negro. Ese bebé se me ha caído para siempre. Pero en un paralelo onírico pescábamos anoche en la ribera de La Albuera. Ytú sonreías al atrapar un minúsculo barbo. Yo te respondía con otra sonrisa más triste. Tendríamos que volver a pescar en nuestra ribera, querido Antonio. Tendríamos que ser de nuevo niños. Ahora mi vieja postal muestra un desgarro eterno. Me han destrozado de un zarpazo la vieja fotografía. Se me cayó de los brazos el bebé gordo que miraba con fijeza al futuro”.
Enrique García Calderón