Ya lo decía el bueno del Profesor Tornasol: “Siempre al Oeste”. Y nunca sospeché que el despistado científico albergaba tanta razón en su famosa frase. Estamos en una ciudad situada al Oeste (al suroeste sería quizás más apropiado) y después de todo, no es el oeste por donde sale el sol… o es el este????
Badajoz es una ciudad que crece, y crece también hacia el Oeste. Hoy mismo pueden leer en Diario HOY, como una veintena de familias habitan ya El Cuartón Cortijo:
http://www.hoy.es/v/20101207/badajoz/veintena-familias-vive-barrio-20101207.html
Otras pocas se irán añadiendo al paso de los días, y se les sumarán los cientos que reciban sus llaves en las últimas fechas. El nacimiento de un barrio siempre es un hecho emocionante y de considerable importancia. Cuando era pequeño vivía en Fernando Calzadilla, que no era más que el principio de la carretera de Valverde. Aún recuerdo la construcción de los primeros edificios, o de la Fuente de la Constitución. Asalta a mi memoria también el viejo Cuartel de Menacho, cuyas murallas saltábamos para recoger hojas de morera para nuestros asquerosos gusanos de seda, que guardábamos en viejas cajas de zapatos. La abandonada cárcel, a la otra vuelta de la calle,y la antigua Cruz Roja, con aquellos chalets ya abandonados, en donde, como traviesos niños que éramos, nos introducíamos en busca de apasionantes aventuras. Hoy en día es con diferencia una de las mejores zonas de Badajoz, y los habitantes de ese barrio hemos vivido a través de nuestros ojos la increíble transformación, día tras día, año tras año.
Los nuevos habitantes de Cuartón del Cortijo experimentarán sensaciones parecidas, igual que los de los nuevos barrios que se están formando en la ciudad, como Cerro Gordo, o La Pilara, por poner un par de ejemplos, y en unos años recordarán con nostalgia el principio de lo que un día fue todo.
Mi menda también se encamina hacia un largo viaje, un mundo nuevo por descubrir, a los ojos no ya de un niño travieso y juguetón, sino los de un hombre hecho y derecho, que no renuncia a volver a ser un niño ante la proximidad de una nueva aventura. Jugando, madurando, creciendo, aprendiendo. Siempre al paso que marca inflexible el tiempo y el curso de la vida. Siempre hacia nuevas metas. Siempre al oeste.