FOTO: Enrique Falcó

Hace escasamente un mes que me mudé a mi actual casa, situada en un nuevo barrio de la ciudad de Badajoz (ya lo saben, siempre al Oeste). La zona es inmejorable, el aire limpio, la casa cómoda y confortable. Cuando me despierto solo veo campo desde mi balcón además de a”Amigo”, un precioso caballo negro del que ya les hable hace algunos post. En definitiva, respiro paz y tranquilidad.

Lamentablemente, hace un par de mañanas, me decidí a dar un paseo por mi Plaza, no pude dar tres pasos seguidos sin observar lo que ustedes pueden apreciar en la foto de arriba. Mierda de perro por todas partes. Y eso que apenas estaremos aun viviendo ni el 20 por ciento de los vecinos que vamos a convivir en este nuevo barrio.

Ya saben que aunque no soy partidario de tener mascotas respeto mucho a los amantes de los animales, pero después de presenciar tal cantidad de excrementos desperdigados no puedo dejar de acordarme de los hijos de perra (no me refiero precisamente a nuestros amigos los canes) que no recogen las cacas de sus animalitos, quienes pueden (y deben) hacer caso a su instinto según la necesidad que les convenga en cada momento.

No está en la naturaleza de un perro el ser limpio o higiénico, ni preocuparse por la imagen de las calles de su ciudad, pero sí la de sus amos, que a pesar de que cueste creerlo son animales racionales, y son los encargados de recoger tales desperdicios. El otro día leí en Diario HOY que multaron a un ciudadano por no querer recoger los excrementos de su perro. Tras tan duro golpe al bolsillo la próxima vez se lo pensará. Hace poco, quien suscribe, criticaba el tono delatador de la ley del tabaco donde el Gobierno anima a denunciar anónimamente a todo aquel que no cumpla la Ley. Este es un caso bien distinto, y desde aquí ruego a todos mis amigos lectores que denuncien tal guarrada ipso-facto, y nada de chuminadas en plan anónimo, con nombre y apellidos. Para colaborar con tan noble causa invitaré a un copazo de LOCH LOMOND a todo el que consiga que le claven un buen paquete a quien es tan guarro, maleducado y desconsiderado para con sus conciudadanos. Hay veces que uno piensa que la correa la lleva el animal equivocado. Mil millones de truenos, rayos y centellas.