En las calles de Badajoz se respira y se siente ya el buen tiempo. Atrás queda la lluvia y el frío del último invierno, que nos asoló implacable como de costumbre. Tímidamente empieza a apreciarse ya la llegada de la primavera en los cada vez más desnudos cuerpos de nuestros conciudadanos, especialmente los más jóvenes. Sobre todo en este caso las conciudadanas, y también claro está, las más jóvenes, cosa por otra parte que me parece natural y estupendo, que aprovechen ahora, que ya se encargará el tiempo y la gravedad de realizar el trabajo sucio cuando llegue el momento. Y es que
FOTO: PAKOPÍ
Jóvenes practicando spinning
Les confieso que mi menda se plantea muy seriamente comenzar sin demora mi particular operación. La verdad es que el nombre, me viene que ni pintado, porque lo mío sí que es una Operación Bikini. Es decir, que como no me espabile y adelgace un par de arrobas, me voy a tener que poner un bikini, pero un bikini de verdad, ustedes ya me entienden. Se me están poniendo unas tetas que a más de una voy a empezar a causarles envidia. Mi madre, tan agradable siempre y tan comprensiva con mi problema dimensional, me dice cada vez que voy a verla “Por Dios hijo, pero que goooooordo estás” así, remarcando mucho lo de gordo. Luego se enfada porque dice que no paso por casa. ¡A ver, ustedes verán!
La dieta que voy a empezar no puede catalogarse como “dieta milagro”. Va ser muy sencilla. Voy a dejar de beber alcohol (si acaso algún LOCH LOMOND de vez en cuando que es bueno para atemperar y refrigerar el núcleo central) coca cola y sucedáneos de refresco, a comer muchísimo menos e intentar quemar toda la grasa posible, ¡pero por Dios! Paseando… que ya saben que correr es de cobardes, y a mí los gimnasios me producen claustrofobia. Sin olvidarnos que lo que es sudar, me da muchísimo asquete. ¡Operación Bikini… allá voy!… ¿Resistiré?