Siempre, desde que tengo uso de razón, he bebido agua del grifo. Ante ustedes, en mi misma foto del periódico pueden ver que no ha mermado mi cuerpo en absoluto, y que puede decirse que estoy bien “criao”.
Los rumores que surgen últimamente de la precaria calidad del agua de nuestra ciudad (rumores de los que ya se ha hecho eco el Diario HOY) bien podría decirse que son infundados y destinados a que el pánico o la preocupación de los ciudadanos les obligue a comprar purificadores de agua, purificadores por otra parte que pueden ahorrarse dichos ciudadanos, porque la calidad del agua de nuestra ciudad siempre ha sido de primera.
Recuerdo incluso, que de muy pequeño, en el “General Navarro”, en tercero de EGB cuando empezó el curso, nos explicaron que una vez a la semana tomaríamos flúor, pues era muy necesario para los niños. Apenas a mediados del curso siguiente nos comunicaron que ya no era necesario, pues el agua de nuestra ciudad venía ya fluorada y se presentaba como una de las de mayor calidad del país.A decir verdad, el tema nos fastidió bastante, pues con el rollo del flúor nos pegábamos un buen cachondeo. Siempre había uno que al hacer el buche se lo tragaba y nos echábamos unas risas, y entre lo de repartir los vasos y tal pues nos chupábamos más de media hora.
He viajado a muchas ciudades de España y no he encontrado líquido elemento igual. El agua es incolora, inodora e insípida. Esto nos lo enseñó mi “seño” doña Loli Márquez cuando íbamos a segundo de EGB, pero el agua de Badajoz tiene un sabor especial que yo no cambiaría por nada. Los que prefieran pueden seguir gastándose dinero en agua mineral, que de hecho muchas veces ni lo es, o adquirir un purificador a precio de oro. Yo seguiré bebiendo del grifo, y no se preocupen, que cuando note que el agua sabe rara, seré el primero en darles un golpecito de atención. Hoy, haciendo una excepción, me beberé el LOCH LOMOND con agua, con agua del grifo, con agua de Badajoz, que si en muchas cosas nos encontramos a la cola del mundo, en otras como en el agua “nadamos” en la abundancia más plena y “bebemos” de las mejores fuentes. ¡Faltaría más!