Ayer por la noche viendo “Los misterios de Laura” en
Lo de ver “Los Misterios de Laura” además de por la ausencia de publicidad en la 1, es porque siempre ponen dos episodios, y cuando llego a casa está terminando el primero. El segundo, que es el que yo veo, se supone que es repetido, pero como me enganché a la serie hace poco aún disfruto visionando capítulos inéditos para mi y no siento la necesidad de descargármela por Internet. Está bien la serie, María Pujalte me hace mucha gracia. Es una especie de Jessica Fletcher (la entrañable detective de “Se ha escrito un crimen” que tanto me gustaba cuando era pequeño) algo más joven, y más “marujilla” y llana, como a mí me gusta. Es un poco torpe y bocazas, pero con una desmedida atención al detalle que le hace solucionar los interesantes asesinatos que se le presentan. Cada episodio además puede verse independientemente, pues la trama principal siempre es el asesinato en sí, las otras tramas, las de amoríos y tal, quedan para un segundísimo plano, algo que también es de agradecer.
Realmente el personaje que interpretaba Angela Lansbury no era una detective propiamente dicha, sino una escritora de novelas policíacas, mientras que Laura Lebrel sí que es una Inspectora en toda regla y muy rara vez se halla en el lugar del crimen. Otra de las notables diferencias es que la española no es tan ceniza ni gafe como su homóloga británica, ya que ésta parecía ser la causante misma de las muertes, porque sitio al que acudía, asesinato al canto. Cuando éramos chicos siempre bromeábamos con el tema. Nos imaginábamos que Jessica Fletcher existía de verdad y que cada vez que acudía a una cena o una recepción todos los invitados exclamaban al verla “¡Oh Dios mío, está aquí, alguien va a morir!”.
Otro día seguiremos hablando de tele amigos, y de programas que el menda considera entretenidos. De momento les recomiendo que sigan esta serie, o que se la bajen, pero no me vayan a hacer la gracia de verse todos los capítulos y reventarme el final, aunque me estaría bien empleado. Recuerdo que a los 16 años nos encontramos por la calle a unas amigas que se dirigían a los Multicines Avenida a ver “Cuatro Bodas y un Funeral”. Nosotros habíamos acudido a verla pocos días antes y nos rogaron que por favor no les contásemos el final. Yo por entonces, en plena edad del pavo, cuando ya se marchaban las llamé, y a una distancia prudencial, les grité “Al final ella se casa con él” mientras la concurrencia se partía el pecho yo tuve que poner los pies en polvorosa. Menos mal que por aquella época aún no bebía tanto LOCH LOMOND y estaba en plena forma que si no…