Enrique Falcó. TELE-QUORE-FOBO
El otro día hablaba con mi amigo Javi Reyes de la película “Perseguido”, el film de Paul Michael Glaser y protagonizada nada menos que por Arnold Schwarzenegger. “Perseguido” (The Runnig Man) era una de esas pelis imprescindibles que no te podías perder en los 80 si eras aún niño o adolescente. Me hace mucha gracia echar la vista atrás y descubrir que todas esas películas futuristas discurren en una fecha próxima o que incluso ya ha trascendido. Ésta concretamente se desarrolla en un hipotético 2017, a la vuelta de la esquina como quien dice, en una sociedad que se ha convertido en un estado policial el cual censura toda actividad cultural, y en la que el concurso estrella de la televisión es un programa donde criminales convictos luchan por su vida, perseguidos sin tregua por feroces cazadores que no dudan en darles matarile en cuanto se les presenta la menor oportunidad. A todo esto, el público, en especial niños y ancianos, se deleitan aún más con el espectáculo, apostando quien y en que momento dará caza al reo de turno. Horrible ¿verdad? Pues que quieren que les diga, mi menda no lo ve tan lejano, y no solo por la proximidad en el tiempo en que se desarrolla la cinta en cuestión, sino por la “calidad” de los contenidos de los ¿programas? que atesoran la caja tonta. Ya hay quien se pregunta cuándo llegará el día en que podamos presenciar una muerte en directo, no una muerte accidental, entiéndanme, sino una masacre ensayada, premeditada y en horario de máxima audiencia, con sus patrocinadores y su concurso de SMS sobre como morirá la víctima, o qué se yo, cuál de ellas lo hará primero y en qué posición.
Hace unas semanas, quien suscribe se alegró mucho cuando Antena 3 decidió suprimir “DEC”. Programa dedicado al cotilleo y al mundo del corazón que había sido bandera de la casa hasta la aparición en Tele 5 del insufrible “Sálvame Deluxe”. No obstante mi alegría duró poco al comprobar que no había sido un cambio de rumbo en la temática de la cadena sino consecuencia de la bajísima audiencia respecto a su competidor. Por lo visto no ofrecía carnaza suficiente, y claro, nadie es capaz de luchar contra una conversación en la que miembros de la familia de una concursante de “Acorralados” (otra bazofia inmunda) discute sobre si ésta fue víctima de abusos sexuales por parte de sus hermanos y sometida a palizas insoportables de su mamaíta, que ahora por cierto está muy disgustada porque su hija es famosa por meterse toda clase de cosas por salva sea la parte. ¡Vomitivo!
¡Es imposible que sea esto lo que la sociedad española quiera ver! De acuerdo que hay mucho hortera suelto, y que somos un poco cotillas, y nos gusta mucho el cachondeo, y que nos reímos de vez en cuando con los “famosetes” de turno, y algunos sub personajes como “Tamara”, “La Veneno” y “Carmen de Mairena”, pero todo tiene un límite.
Fue un 23 de abril del año 2000 cuando la historia de la televisión en España propició el maldito paso en falso que la conduciría sin más dilación a unas vacaciones pagadas con un billete de ida al Cadalso. La cadena culpable fue Tele 5, que hasta ese momento había sido una cadena simpática, “tu cadena amiga”, la que nos trajo a principio de los90 a las “Mamachicho” tan monas ellas y tan ligeritas de ropa, tan fresquitas que daba gusto contemplarlas, y a un divertido Emilio Aragón (y de propina a toda su estirpe familiar) que presentaba, cantaba, parodiaba y además hacía el payaso y nos mataba de risa con las “Cacao Maravillao”. Tele 5, la que nos dio oportunidad de ver de niños a nuestros admirados “Oliver y Benji”, y a Rafael (“SuperGol”), y a “Los Caballeros del Zodíaco”, y en especial a Florentino y Javier Capitán con el mejor programa de la historia: “El Informal”. Pues sí, Tele 5 emitió el primer “Gran Hermano” y la televisión cambió para siempre jamás. Ya no se hablaba de otra cosa y la cadena comenzó a llenarse de programas en las que existía un espacio reservado para hablar únicamente de dicho formato. Mañana, tarde y noche. Si a ello le sumamos los resúmenes diarios y el 24 horas que comenzaron a regalar a los abonados de Vía Digital, es explicable que sus protagonistas, hasta hacía dos días anónimos, se convirtieran en estrellas, en estrellas misteriosas, debido a que uno aún a día de hoy no se explica muy bien en que consiste su mérito para adquirir tanta popularidad. Reconozco que la idea y el concepto de programa eran muy interesantes, y entonces suponía una novedad, pero me niego ante la posibilidad de que sea considerado el programa más importante de la televisión moderna. Las posibilidades de sorprender al espectador se agotaron con la primera edición, más la dirección de la cadena lo exprime temporada tras temporada amparándose en la millonaria audiencia. El problema es que Gran Hermano ha sido la idea original de un montón de subproductos que no dejan de emerger para regocijo de los horteras de turno, quienes sueñan algún día con albergar la fama y convertirse en algunas de esas estrellas misteriosas, quienes como todas las estrellas, acabarán desembocando en Supernovas de tipo II, con la diferencia de que su estela, al contrario de las del espacio, no será visible por mucho más tiempo que el que se tarda en decir: “¡Mil Millones de rayos y centellas!”
Publicado en Diario HOY el 23/10/2011