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Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

El hedor del dinero

 

pocas cosas me gustan más en la vida que un huevo frito

pocas cosas me gustan más en la vida que un huevo frito

A mi novia no le gusta la yema del huevo. A mi sin embargo me priva, y cada vez que quiere que le prepare uno me encargo de freírselo muy bien, con las puntillitas casi quemadas, como más le gusta, porque así me deja que me coma yo la yema cuando ella acaba con la clara. Me viene entonces a la cabeza el conocido dicho popular “Cuando seas padre comerás dos huevos”. Dicho, dicho sea de paso, que no se cumple, ya que aun no tengo hijos, ni ganas de tenerlos. Creo que los niños no me gustan, o qué solo me gustan un ratito. Me gustan más los huevos, y si son de dos yemas pues mejor. Que horror coincidir con cualquier joven madre emocionada sin más temas de conversación que caquitas, pañales y cremas de culos de bebés. Hablando de gustar, ya saben que me encantan los Beatles, y no puedo aguantar a quienes ponen en duda que son los más grandes, especialmente a los que muestran una total incultura y falta de información (no solo musical). Hace unas semanas una joven compañera al escuchar los acordes centrales de “The fool on a hill” escupió por su bocaza una frase que casi le hago tragar “¿Pero qué mierda es esta?”. Y todo por un día que dejaron de poner al Bisbal, la Shakira o Paulina Rubio. Aunque no sé si quizás me molesta más algunos que van de enteradillos musicales, como mi amigo “el poeta”, Ángel Manuel Gómez Espada, quien se dedica a darle a la tecla para ustedes los sábados en su “Sálvese quien quiera”. El poeta es de los muchos que apenas han escuchado el típico disco de éxitos de los 4 de Liverpool y ya te salen con que ellos prefieren a los Rolling, como si no fuera posible que entre tu lista de favoritos se pudieran encontrar ambos grupos. O quizás los desprecian en detrimento de Bob Dylan o The Pixies.

 

Los más grandes... a pesar de más del empeño de más de un enteradillo musical de echar por tierra todo su legado y trascendental importancia en la historia de la música

Los más grandes... a pesar de más del empeño de más de un enteradillo musical de echar por tierra todo su legado y trascendental importancia en la historia de la música

 

 Seguro que ahora mismo, uno de mis compañeros, quien entre otras cosas se dedica a pinchar música, se está preguntando ¿”y esos quienes son”? Y no me engañen, seguramente muchos de ustedes también. Ya está bien de tanta basura por favor. Les tienen comido el seso (el sexo no lo sé) con tanto visionar a una ceporra y cateta como la Esteban arreglando el mundo cada tarde con su innegable falta de cultura, modales y educación, sin olvidar ese chicle que no deja de mascar cual vaca lechera su pasto, con la innegable diferencia entre ambas de la mirada inteligente de la vaca. Pa gustos lo colores dicen, pero a todos parecen gustarnos cosas muy parecidas. ¡Si hay alguien a quien no le guste el dinero que levante el pubis! A mi personalmente el dinero me encanta, y no conozco a nadie  a quien no le interese. Es más, conozco a tíos que venderían a su madre por dos duros, cuanto más a su novia o a su mejor amigo. ¡Qué tendrá el dinero que todo lo abarata! Abarata la dignidad, y la decencia de las personas. Nos convierte en vulnerables ante la ignorancia y los sentimientos de los demás. Además, al igual que el miedo en la Guerra de las Galaxias, el dinero genera odio, y el odio es hijo de la crueldad y casi nieto de la mezquindad más despreciable, el camino más recto hacia el lado oscuro.

 

Todos quieren embriagarse del hedor del dinero

Todos quieren embriagarse del hedor del dinero

 

El dinero apesta, sí, pero todos queremos embriagarnos de su hedor, precisamente para que no nos embarguen en vida. Aquello de que el dinero no da la felicidad se lo inventó un pobre resentido. Está claro que no la da. La felicidad no existe. Pero no imagino una infelicidad más llevadera que aquella con unos cuantos ceros de más en tu cuenta corriente. Esta es mi opinión… y yo la comparto.

Don de LOCH LOMOND

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junio 2012
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