La cutre y vergonzosa España de charanga y pandereta se nos manifiesta constantemente a pesar de que hayamos atravesado ya el ecuador de este 2012, que como buen año bisiesto, no parece albergar nada bueno (El fútbol evidentemente no cuenta) para los intereses de los habitantes de un país que, tras el descalabro del ladrillo y la desaparición de la clase media, está predestinado al fracaso y a la más horrible de las miserias. Como buen cachondo mental, y presumiendo de pluma imaginativa, suelo rehuir en mis columnas del aburrido y hastiado tema político, a pesar de lo propicio y la buena disposición de nuestros políticos de ponernos el tema tan a huevo. Aunque dichos tan populares como el recién nombrado deberán muy pronto tornar a nuevas máximas, ya que lo de “poner a huevo” se mentaba antes por aquello de referirse a algo cuyo precio se marcaba muy bajo, al contrario que lo más valioso que se situaba a precio de oro. Doña Esperanza Aguirre no ayuda precisamente a refrigerar los ánimos, (por no decir otra vez los huevos y no precisamente de un modo metalinguístico) en una época en la que habría que ser prudente, pues la subida de leches (que no la subida de la leche) consigue enervar la paciencia colectiva nublando toda posibilidad de optimismo y buenas intenciones. Entre las muchas chorradas pronunciadas, la que se refiere a cambiar la prohibición de fumar en lugares públicos, si finalmente recala en Madrid el proyecto del magnate americano Sheldon Adelson “Eurovegas”, ha conseguido ponerme de muy mal café y de peor leche.
En primer lugar por proclamar como verdad absoluta, como un futuro no muy lejano, un cambio de Ley que se supone habría que sacar adelante con el apoyo del Parlamento. Al igual que las ventajas fiscales que se le presuponen, amén de un cambio en la Ley de Juego que como siempre repercutirá negativamente en las condiciones económicas de los futuros trabajadores de la utópica Meca del ocio. Otra vez para atrás (y luego somos nosotros la generación cangrejo) perjudicando la salud de los trabajadores y descosiendo aun más sus maltrechos bolsillos. ¡Puestos de trabajo a cualquier precio! España está de saldo.
Os recibimos, americanos con alegría. Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía. Aunque seguramente pasaréis de largo y a toda velocidad en este despropósito constante en que se ha convertido la majadería de comprar duros a cuatro pesetas. Y a ver quien es el guapo que se atreve, cuando esto ocurra, a salir al balcón a dar explicaciones. Aunque igual es la propia Aguirre la que se atreve, y deseosa de salir cada dos o tres días en los papeles, hace suyo el histórico discurso del inolvidable Pepe Isbert y le suelta a los ciudadanos aquello de “Os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a dar… por el mismísimo”. Si es que cada vez que habla sube (más) el pan… ¡y los huevos!