Mañana es el día de Extremadura. Parece mentira la de compañeros, amigos y conocidos, extremeños todos, que aún lo desconocen. La mayoría sabe que mañana es fiesta y punto, y el motivo por el que no van a trabajar se las trae al fresco. (Eso los que descansan, pues muchos, como el menda, curran el día 8 sin posibilidad de amnistía) No me parece mal del todo que la gente desee un día de fiesta como agua de mayo, pues quien más y quien menos siempre necesita descansar y un día de asueto nunca viene mal, pero hay fechas que los extremeños deberíamos llevar grabadas en el disco duro de nuestra sesera. Un extremeño decente, como Dios manda, no puede ir por la vida sin saber que día es mañana, 8 de Septiembre, día de Extremadura. Si no estoy mal informado (cosa bastante difícil leyendo el Diario HOY, nobleza obliga) mañana se cumplen 25 años de la celebración del día de nuestra Comunidad. Es un buen momento para escuchar nuestro himno y emocionarse con mi estrofa favorita, la última, aquella que reza: “Extremadura alma, Extremadura Tierra, Extremadura de vida llena”.
Yo no sé ustedes, pero el himno de Extremadura me lo sé de memoria. En tercero de EGB nuestro maestro Don Francisco Guerra se encargó personalmente de ello. Me acuerdo como si fuera ayer, parece que lo estoy contemplando sentado sobre mi pupitre mientras él, fumando un cigarrillo rubio junto al encerado, no cesa de hablarnos de la importancia de nuestra tierra, de nuestros antepasados, de que hay que amar la tierra de donde uno ha nacido y vivido Porque especialmente la nuestra, Extremadura, era cuna de Conquistadores y debíamos de sentirnos muy orgullosos. Nos animaba a ir con la cabeza bien alta cuando acudiéramos fuera de nuestra comunidad y a sentirnos orgullosos por ser extremeños. Recuerdo que dedicamos en aquel curso varias semanas a escuchar el himno de Extremadura, a aprendérnoslo y a cantarlo al unísono. Don Francisco siempre hacía hincapié en que la parte del estribillo que dice “de banderas, de banderas…” Nuestro maestro nos insistía en que había que cantarla más suave, muy bajito, para subir el volumen de nuevo en “verde, blanca y negra”. Pero a nosotros por un oído nos entraba y por otro nos salía. Cuando escuchábamos nuestro himno y empezábamos a cantarlo era tal la pasión que sentíamos que no había manera de bajar el volumen, y cada vez era más alta nuestra entonación para enfado de don Francisco.
Desde entonces, siempre que escucho el himno de Extremadura no puedo dejar de emocionarme, aunque solo sea un pelín, y acordarme del viejo don Francisco, y también de la madre de más de uno cuando me preguntan ¿qué pasa el 8 de septiembre, por qué es fiesta?
Alto, muy alto hoy mi copazo de LOCH LOMOND, por Extremadura, por los extremeños, de cuna o de adopción, inmigrantes o emigrantes, por todos los que aman y se desviven por nuestra tierra, Extremadura.