No hay vuelta de hoja. A la peña le sigue privando aquello de despelotarse a la mínima ocasión que la providencia les brinda. Este pensamiento ha vuelto de nuevo a mi sesera tras la lectura del HOY digital, en donde se nos muestra una noticia sobre los recortes del gobierno, adornada por una foto de dudoso gusto de los bomberos de Mieres mostrando a la concurrencia sus pálidas posaderas como si de una plantación de melones se tratara. No es que el menda vaya de recatado o de antiguo, y ni mucho menos la desnudez humana me ofende, hiere o ruboriza mis mejillas, pero es que eso de protestar en pelotas está ya muy pasado, y muy visto, por lo que el factor sorpresa, o la llamada de atención no cumple el principal propósito de sorprender. Qué quieren que les diga, no me imagino protestando ante la dirección de mi empresa con una pancarta en la mano y los colgajos al aire, que después de todo, aunque no se trate de algo de proporciones bíblicas a día de hoy no he recibido quejas, lo cual ya es mucho.
Reconózcanme que la cosa es poco seria. Les aseguro a ustedes, que el día que la subida de leches (y de huevos) me haga salir a la calle a protestar, no me conformaré con despelotarme para que la gente de ría de mi cuerpo desnudo y me comparen con el muñeco de Michelín. Ese día, el día que explote, y no pueda más, les juro por el Cetro de Ottokar, que por ejemplo los últimos incidentes en Grecia, quedarán en comparación a la altura del betún. Y no se me va a ocurrir mostrarle mis nalgas a nadie. ¡Eso sí que va a ser una protesta de pelotas!