Enrique Falcó. Indignado con las injusticias
Cualquiera que haya leído los divertidos y recomendables libros de Elvira Lindo sobre su famoso personaje Manolito “Gafotas”, esbozaría una sonrisa ante el título de esta tribuna dominguera, y seguramente su imaginación viajaría hacia la escuela de Carabanchel (alto) en la que Manolito, el “Orejones” López, Susanita “Bragas-sucias”, Yihad, Paquito Medina, Arturo Román, Melody Martínez y compañía son instruidos pacientemente por la señorita Asunción, la “sita” para más señas del “Diego de Velázquez”, quien gusta de utilizar el vocablo “delincuentes” para referirse, reprender y especialmente amenazar y castigar a sus insufribles alumnos.
Delincuente es sinónimo de maleante, de criminal, de reo e incluso de facineroso, en definitiva, de personas que cometen acciones que están por encima de la Ley. Parece mentira que una palabra que despierta tanta gracia en boca de la “sita” Asunción desprenda tales tintes de indignación en las personas honradas que son reprendidas como tales.
Normalmente, el interpelado, suele hacer gala de buena educación y casi siempre se sorprende, pues lo normal es que haya existido un fallo en el banco, o se haya producido una pequeña demora de la nómina, o simplemente sea cuestión de un olvido de lo más tonto, pero llega un momento en el que las malas maneras rebosan la línea indivisible entre lo que es legal y lo que es humanamente soportable.
El menda no puede entender el nerviosismo y las prisas de tanta financiera y entidad bancaria en cobrar recibos irrisorios, máxime si estos llevan ya sujetos unos abusivos intereses de demora. Personalmente no creo que una persona vaya a poder disponer de dinero para saldar una deuda por mucho que no dejen de molestarla, o más bien acosarla, e incluso también a sus familiares. La cosa empieza a parecerse demasiado a las viejas películas de gánsteres que todos hemos visto, con esos matones que rompían dedos cada vez que alguien no podía afrontar una deuda. Conste en acta que no pretendo defender a quienes haciendo gala de una caradura a prueba de bomba se muestran como profesionales de la morosidad, sin ninguna intención de pagar desde el principio, pero sí pretendo romper una lanza a favor de aquellos que quienes por un lamentable imprevisto, o la inesperada pérdida de empleo, se encuentran de repente en una desesperante y difícil situación en la que no ostentan capacidad económica para salvaguardar sus deudas que hasta entones iban siendo paliada sin ningún tipo de problema.
Los difíciles tiempos que vivimos agudizan más las malas artes y la pillería que el propio ingenio, y así, cualquiera que cambia de seguro de hogar o de automóvil, cumpliendo estrictamente con las normas estipuladas, es decir, avisando con los meses de antelación convenidos y con la consiguiente carta postal de renuncia, se encuentra con la sorpresa del recibo de turno cargado en su cuenta corriente. Para colmo, tras devolverlo, como legítimamente puede hacerse ya que has decidido no renovar la póliza, le llueven las cartas amenazantes e idénticas llamadas insistiendo en que se llevará el caso a juicio y te embargarán hasta los calzoncillos. Las empresas de recobros trabajan en los límites de la legalidad, y son de vergüenza las tácticas que utilizan para presionar y amedrentar a quienes por desgracia se ven en la situación de no poder atender temporalmente sus recibos.
Así mismo, muchas empresas están olvidando lo importante de la atención al cliente, y lo necesario de empatizar con él. Lejos quedaron aquellos tiempos, en los que domiciliar tus nóminas en tu banco de toda la vida te otorgaba la tranquilidad suficiente como para olvidarte de todos los recibos, que eran atendidos hubiera o no hubiese saldo disponible. Comprendemos que discurren tiempos difíciles, pero de ésta tenemos que salir poniendo todos de nuestra parte. Cuando los bancos abusan, y aprietan como aprietan, al que más y al que menos le revientan los higadillos cuando ven tantos millones de erario público para rescatar entidades financieras mientras la gente de a pie naufragamos cuales pasajeros de tercera en el Titanic sin que nadie mueva un maldito dedo.
Si a usted, desocupado lector, todo esto le suena tal que a chino, mi sincera enhorabuena, mas advertido queda con estas palabras, pues tan desagradable situación puede explotarle en los morros cual pompa de chiche traicionera sin ni siquiera tiempo para exclamar el más bello y espontaneo de los vocablos (¡Coño!). En cambio, si se encuentra metido de lleno en tan impertinente dinámica no se preocupe ni agobie en exceso, en especial con las amenazas, pues de todos es sabido que perro ladrador… Después de todo es sólo dinero, y quien hace lo que puede no está obligado a hacer más.
Por lo tanto no permita que le hagan sentirse como un delincuente. Piense más bien en que los delincuentes son ellos, en cómo nos estafan y roban las entidades bancarias y las financieras, y entreténganse inventando un nuevo vocabulario para definir a esta clase de sujetos que le importunan. Un vocabulario por cierto que por respeto a los lectores no tendrá hueco en esta tribuna, ya que al contrario que en estas pérfidas agencias y entidades bancarias, aquí se respeta a la clientela, como en la pescadería de Ordenalfabétix, faltaría más. Menos mal que aun quedan directores de sucursales bancarias, como mi querido Miguel Colorado Corrales, de Caja Badajoz, que antepone las personas y el sentido común a intereses económicos que deshumanizan la dignidad. Además, si intentan hacerle sentir como tal, piensen en la “sita” Asunción: Nunca un insulto de tan considerable altura como “delincuente” pudo otorgar más connotaciones de cariño y aprecio. Al final tendrá razón Manolito “Gafotas”: “Soy el tío más sincero que conozco”. Científicos de todo el mundo corren ya hacia el Cuartón del Cortijo (Badajoz) a corroborar tal información, pues sospechan que ni siquiera tendrán que prescindir de gafas para corroborarlo.
Publicado en Diario HOY el 16/09/2012