Enrique Falcó. Un tío con sentido del humor
Ya me conocen. Cuando algo me apasiona, como por ejemplo Tintín o Los Beatles, no soy de los que se conforman con el envoltorio. Ustedes ya me entienden. Siempre busco algo más, y me preocupo por saber de los artistas, de sus gustos, sus influencias, y de conocer los aspectos importantes de su vida que han podido influir en su obra. El saber no solo no ocupa lugar, sino que enriquece aun más esas pequeñas cosas que te vuelven loco.
La música, la literatura, el cine, Internet o la propia televisión han transformado mi manera de entender y enfrentarme a la vida. Pero existe una de ellas, de las que ya les hablé hace años, que se me antoja insustituible en esa imposible utopía que supone la consecución de la felicidad. Me refiero naturalmente al sentido del humor.
Desde que fui consciente de pertenecer a este mundo (el mundo mundial que diría mi querido Manolito Gafotas) mantengo la máxima innegable de que el buen humor, además de poseer propiedades curativas, siempre denota aspectos positivos en las grandes personas.
Aquellos afortunados ostentosos de sentido del humor son infinitamente mejores personas que aquellos siesos que se mantienen sin arrugas en la cara a base de no retorcerla nunca de risa. Además, quienes mantienen especial disposición a la risa muestran una inteligencia muy superior a la media de mortales, y no me extraña.
De los dos grandísimos humoristas, el menda siempre sintió debilidad por Millán Salcedo, a quien constantemente he tratado de seguir los pasos tras la disolución del dúo. Su primer trabajo, la serie “Ketty no para” fue de lo más interesante, creativo y subrealista que se había emitido hasta entonces. Con “Un Millán de cosas” en Tele 5 nos demostró que había sido algo más que el 50 por ciento de Martes y 13, y dejó para los fans y la historia un fabuloso gag, “La viuda de 13” donde relataba genialmente el porqué de la disolución del famoso dúo. Millán estuvo un tiempo trabajando en el Teatro (Los sobrinos del Capitán Grant), e incluso tuvo tiempo de escribir tres libros, dos de los cuales, “Sufro bucho” y “En mis 13” recomiendo profundamente.
Más que nada porque en el primero hay mucho de mí, y fue uno de los libros que me animó a dar el salto y atreverme a escribir para los demás. Tras conseguir un más que discreto éxito con su espectáculo teatral “Yo me subí a un piano verde” ahora se atreve con “De verden cuando” con el que quien suscribe le desea el mayor de los éxitos.
Su próximo estreno teatral fue la excusa que utilizó el programa de la ya caduca María Teresa Campos “Qué tiempo tan feliz” para contar con la presencia de este genio del humor. Pero no nos engañemos, bajo una falsa adulación, la vieja Teresa, a través de momias del mundo del corazón como el desfasado Carlos Ferrando y la impresentable Cristina Fernández, o incluso de ex jovencitas de antaño buen ver y dudosa reputación como Makoke, trataban de tirar de la lengua al bueno de Millán sobre escabrosos asuntos relacionados con Encarna Sánchez y Anita Obregón.
Salcedo, un tío con más tablas que el fuerte de los Cliks de Playmóbil y con una inteligencia muy superior al tipo de invitados con el que suele contar el programa, se los merendó con la maestría que otorga llevar más de 40 años en el mundo del espectáculo. El gran Millán Salcedo lo dejó claro. Se mantuvo en sus 13. Absténganse buscadores de morbo. A él solo le interesa agradar al público y hacer “de” reír. “¡Ole Paca ole!”.
Reconozco que no puedo ser imparcial con Millán Salcedo, y que es a mí me tiene ganado de por vida. Un “fíjate” suyo o un “digamelón” ya consiguen que me despiporre de la risa y me ponga de buen humor para todo el mes.
Me gusta la gente como Salcedo, tíos, como él mismo dice, que se ríen de sí “bisbo”, pues el sentido del humor es el único oxígeno respirable.
Existen quienes parecen desconocer que la boca, además de para soltar sandeces, sirve para sonreír… y para regalar sonrisas. Como diría el genio de Brazatortas: “lo tengo… lo tengo en la punta de la lengua“.
Publicado en Diario HOY el 07/10/2012