Tras esta instantanea del Mundial USA 94 a nadie sorprendió el nuevo positivo por Doping de Maradona
Que la realidad supera la ficción dejó de ser una frase hecha hace ya varios lustros. En plena era de la información, y gracias sobre todo a Internet, nos desayunamos cada día noticias que alcanzan cotas inimaginables para el más enrevesado guionista de Hollywood. Ahora bien, pocas veces podemos disfrutarlas de forma tan “jocosa” como la acontecida hace algunas semanas por el otrora astro argentino, Diego Armando Maradona, que si bien en la “cancha” (como dicen en su país) era un fuera de serie y se movía como un ángel con la pelota en los pies, no puede así decirse cuando aposenta dichas pezuñas sobre el suelo terrenal que pisamos el resto de mortales, donde hace ya mucho tiempo dejó muestras de no ser precisamente ningún angelito.
El numerito de atropellar la pierna de un periodista y posteriormente insultarlo y echarle la bronca por “meter el pie debajo de la rueda” me recuerda demasiado a aquellas desternillantes viñetas de los mundiales de Mortadelo de mi admirado Ibáñez, donde le sacan tarjeta roja a un jugador por “darle un terrible golpe con el ombligo al pie de un rival”. La verdad es que la cosa tendría gracia, si no fuera porque esto no es un tebeo y un periodista fue atropellado mientras desempeñaba su trabajo por un desecho de recuerdo de hombre. Desconozco si por motivo de la secta religiosa que lo adora como a un Dios, se piensa el “pelusa” que está por encima de la ley. No estaría mal “atusarle” un poco sus desordenados cabellos para recordarle el mundo civilizado en qué vivimos las personas normales.
Parece increíble que estemos hablando del mismo hombre que maravilló (a un servidor que entonces era un niño de 8 años y al mundo entero) en el mundial de México 86. Parecía un sueño, una utopía, el actor de una película épica. Desgraciadamente fue lo último bello que contemplamos de él, pues a partir de ahí su vida se fue a pique convirtiendo su ser en la más oscura pesadilla. Desde entonces me vienen a la cabeza decenas de noticias donde “El Diego” era protagonista por toda clase de sucesos totalmente desvinculiados de lo único que ha hecho bien en la vida, jugar al fútbol.
El “pibe de oro” (del que cagó el moro) cada vez es más de latón y de alpaca, y lleva lustros demostrando que las drogas, los excesos y un grave problema de soberbia, han hecho de él un despojo humano alimentado sólo por el mito de su recuerdo. Y precisamente ese es el problema, que algunos, ya no queremos ni recordarlo.