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Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

¡Adiós Muchachos!

En mi época todos los adolescentes queríamos entrar en el Instituto Zurbarán o en el Bárbara de Braganza, ya fuera por su propia y noble historia, o bien por su excelente localización en pleno centro de la ciudad. Badajoz era muchísimo más pequeña, de Valdepasillas casi ni rastro aún, y todo lo que supusiera caminar más de diez minutos era considerado como muy lejos. Yo lo tenía muy claro. Iba a estudiar en el Zurbarán, y lo tenía asumido desde que mi hermana mayor se decidiera por éste unos años antes en detrimento del Bárbara, que realmente era el que nos pertenecía, pues aún se encontraba algo más cerca de mi domicilio. Al entrar Lourdes, mi hermana mayor, mi otra hermana, Sara, también accedió aun con más puntos, pues el hecho de contar con hermanos que estuvieran estudiando en el Centro te abría más las posibilidades, por lo tanto lo mío era algo tan asumido como lógico.

 Ahora bien, también viví en mis carnes el mal trago que suponía que la mayoría de tus amigos asistieran a un Instituto diferente al tuyo, y lo que significaba enfrentarse solo, a un paso tan importante y a una edad tan difícil, y eso que nosotros al menos teníamos ya 13 ó 14 años, y no como ahora, que esta situación se presenta a los 11, como el caso de los alumnos que tendrán que separarse de sus compañeros de toda la vida al no poder elegir Centro. La noticia, publicada hoy en HOY, me ha despertado sentimientos casi dormidos, y de una u otra manera he sentido algo de lástima por aquellos muchachos que lo pasarán realmente mal en edad tan difícil. En mis tiempos era lamentable encontrarse con chicos de tu misma edad, que vivían a tres metros de tu casa, o en tu mismo portal, como era el caso de mi amigo Ricardo Larios, que tuvo que estudiar en el Moñino al no conseguir plaza en el Bárbara ni en el Zurbarán, y otros que vivían por el polígono de la Paz y al no conseguir plaza el el Moñino, tenían que desplazarse hasta el Zurbarán o el Bárbara. Tan ridículo como lamentable.

De todas formas quiero animar a todos esos muchachos, y decirles que no pasa nada. Mi amigo Ricardo y yo hemos seguido siendo amigos toda la adolescencia, y ahora de adultos también. Él, hizo nuevos amigos en su Instituto, que también se convirtieron en míos, y era interesante tener amigos que estudiaran en otros centros y te contaran lo que pasaba allí. Ánimo muchachos, es una aventura nueva después de todo, y diferente no tiene por qué significar peor. No digáis adiós a los compañeros que estudien en otro Instituto, despediros con un hasta luego y seguid siendo amigos toda la vida, intercambiando anécdotas, experiencias y nuevos amigos. No sé si lo habré comentado alguna vez, pero mi amigo Manolito Gafotas, asegura que los mejores amigos son los que todavía están por conocer.

Don de LOCH LOMOND

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abril 2011
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