Miguel, el joven pacense de 23 años que tuvo que ser ingresado tras consumir pétalos de estramonio, se encuentra finalmente fuera de peligro. Inmediatamente, tras conocerse la noticia, comienza la polémica sobre si el joven tardó media hora en ser atendido, sobre si el 112 pensó que era una broma, que si se envió una ambulancia sin médico… El caso es que la familia está indignada, y lo puedo comprender, mas recomiendo a ésta que guarden tal indignación para reprender a su retoño por dedicarse a comer pétalos de sustancias peligrosas un sábado por la noche. Al final si seguimos así la culpa la tendrán los propios padres por no subirle al niño (niño sí, con 23 años, porque ha demostrado que de adulto leches) la paga y tener que buscarse éste un modo de “ponerse a lo barato” como contaban los amigos que le acompañaban el sábado por la noche.
Estramonio
Yo no sé qué pasa con esta generación de niñatos de ahora (pobre generación perdida de los nacidos en los 80) que parece que el alcohol y los porros les saben a poco o nada. Me van a perdonar, y ya saben que nunca he sido un angelito, pero mi menda nunca ha pasado del alcohol en cuestión de drogas, ni siquiera fumo tabaco, un día quise probar un “porrete” y me supo igual de mal que los cigarrillos, por lo que el buen vino, la cerveza, algún que otro Cuba Libre y por supuesto el LOCH LOMOND han paliado mi sed en mi adolescencia y juventud. No voy a negarles que en más de una ocasión he tomado una copa de más, pero nunca han tenido que ingresarme, lo cual ya dice bastante a mi favor. No pretendo aplaudir, faltaría más, a quien “solo” consume alcohol, una droga como otra cualquiera aceptada socialmente de la que se supone un consumo responsable pero que sigue causando muchas muertes en nuestro país, pero sí tratar de decirles cariñosamente a los jovencitos de hoy, que si unas copas no son suficiente y se aburren los fines de semana, que se compren un mono y dejen de dar por saco principalmente a sus familias que son quienes sufren sus consecuencias.
Esto de comer plantas, o pétalos de flores, me hace acordarme de la “Vinagreta” (Oxalis pes caprae) que era una flor que crecía por algunas zonas de Jerez de los Caballeros cuando yo era pequeño. Todos los niños sabíamos que si chupábamos su tallo percibíamos un saborcillo ácido y picantón que a mí personalmente me encantaba y ayudaba a matar el tiempo hasta que mis padres me llevaran a “La Ermita” a tomar unas buenas ancas de rana. Recuerdo también con cariño a mi compañero Fidel Aguinaco, que poseía uno de los apetitos más voraces que he conocido, comiéndose las preciosas hojas azules que crecen en primavera en la tapia de “El General Navarro”.
El hombre está destinado a cometer equivocaciones en su vida para aprender de sus fallos, no obstante sería razonable reducir en la medida de nuestras posibilidades aquellas acciones que pueden acabar inútilmente con nuestras vidas. Si Miguel se informó del maldito estramonio por Internet sabía de sobra que no iba a comerse una vinagreta y era conocedor de a los peligros que se enfrentaba y que han podido acabar con su vida. No es cuestión de información, hoy en día estamos sobre informados, ni por lo visto de educación, ya que algunos padres y la gran mayoría de educadores no hacen sino alertar de los peligros de estas sustancias. Es una cuestión de actitud. De estúpida actitud si me lo permiten. Mi madre siempre dice “Quien por su gusto muere hasta la muerte le sabe bien”. Pues eso mismo. Esta es mi opinión…y yo la comparto.