Me esperan para entregarme el premio.
No sé quién es usted.
El premiado. Ande, ande, déjeme pasar que van a decir mi nombre.
¿Me lo demuestra?
Aquí tiene mi DNI.
¿Cómo sé que es usted?
Tengo el pelo más corto pero le aseguro que soy yo. Déjeme pasar ya.
¿Intenta colarse?
No, no, claro que no. Tiene mi DNI. Llame al encargado.
El encargado no está.
¡Pues al responsable, al que esté por encima, a un superior!
¿Me está usted chillando?
Disculpe, pero es que van a decir mi nombre en breve.
¿Tiene usted algún documento que acredite su identidad?
¡Le acabo de dar mi DNI!
Usted no me ha dado nada, señor.
El segurata no va a dejar entrar al premiado, se ponga como se ponga, porque esa noche está programado en modo cerril 2.0. El premiado, por su parte, está en modo insistente 3.1, pero la bofetada 4.6 ha dañado el sistema operativo del premiado que ha entrado en modo canguelo 5.3.
El premio, por incomparecencia del ganador, al que se le ha nombrado varias veces, y hasta se ha hecho referencia a su progenitora, a juicio del jurado queda desierto, por lo que han decidido por unanimidad 3.1.7 fundirse el importe de dicho premio en las tragaperras 9.21.7 del bar de abajo, que ponen unos pinchos 6.3.2.2 que los van a dejar sin habla y alguna que otra indigestión 7.3.14.25.56.