Martínez, ¿está usted con nosotros?
Estoy, estoy.
¿Y por qué demonios se aleja, Martínez?
Para tomar perspectiva. Me parece que es positivo para el proceso.
No, Martínez, usted quédese cerca, forme una piña con los demás.
No cabremos.
Martínez, entre.
Es que no hay sitio.
Empuje, Martínez. Ya verá. Usted limítese a empujar, Martínez.
Martínez siempre hace lo que le dicen. Empuja. Se hace un hueco. Queda aplastado. Percibe con el oído izquierdo un estertor. El peso de sus convicciones -lo siente primero en la boca del estómago y luego el regusto ácido en la boca-, se reduce a la mínima expresión. Martínez se va sintiendo cada vez más ligero.
Ahora, Martínez, es usted uno más, le felicita la voz, que, sospechosamente, se parece a la de un tal Martínez.