-Reúnete conmigo ahora mismo.
-Oye, ¿sabes que me estás empezando a hartar?
-Lo discutimos luego. Ahora reúnete conmigo.
-¡Pero si estoy a tu lado! Mira, te toco el brazo.
-¡Coño, qué susto me has dado!
-No seas membrillo. Sabías que estaba detrás tuyo.
-Claro, Wonderwoman, con tu recién adquirida velocidad supersónica ya puedes.
-¿Y qué me dices de los ojos en tu nuca?
-Son de pega.
-¿No eres tú AHundredEyesMan?
-Exageré un poco. Más bien ATwoEyesMan.
-O sea, como todo el mundo.
-Exacto.
-Eres un timo.
-Y tú no existes. Eres producto de mi imaginación sin igual. Oye, ¿qué vas a hacer? Bájame, desalmada.
-¡Dime ahora que no existo!
-Por favor, bájame, te pondré bótox en las mejillas.
-¿Y me aumentarás los pechos?
-Sí, sí, aunque tu velocidad supersónica se verá afectada negativamente por la aerodinámica de tus renovados senos.
-En cualquier caso, correr es de cobardes. ¿Qué más?
-¿Qué más qué?
-¿Solo eso?
-También puedo buscarte un compañero.
-El último era bajito y sin pelo.
-A imagen y semejanza de mi padre.
-Pues con tu padre te lo montas tú.
-Me plantearía una indigestión freudiana.
-Quiero un hombre alto y apuesto.
-Como yo.
-¡Ya quisieras!
-Yo imagino lo que me da la gana, Wonderwoman.
-Y yo te digo lo primero que se me ocurre.
Y así.