Una puerta se abre para que otra se cierre, me dice. Atento, Paco no me ha dicho que una puerta se cierra para que otra se abra. La puerta que me dispongo a abrir, por tanto, es la misma que me ha cerrado. Claro que, si abro la puerta y hay corriente, es muy posible que vuelva a cerrarse, así que daré un portazo. Porque estoy decidida a que en la próxima casa no haya puertas. Puertas interiores, se entiende. Porque tendré que poner, al menos, una puerta en la entrada si no quiero que me roben o abusen de mí. Y esa puerta se va a abrir y se va a cerrar como es de rigor, y si se queda fuera Paco por un descuido o una corriente de aire, que se joda.