Represento, aquí donde me ve, con este traje y esta corbata tan pasados de moda, tan rancios, no se lo voy a negar a usted, al ministerio de higiene, pero no se alarme, no es usted culpable de nada, de nada que sepamos, claro, que usted tendrá sus secretitos, como todo el mundo, así que solo me resta entregarle esta citación para que comparezca de inmediato en nuestras dependencias y este recibo que debe, si es usted tan amable, firmarme en presencia de su madre, la mujer de la limpieza, su hija menor y la vecina del ático para que conste que yo he estado aquí y que usted ha estado aquí conmigo en este preciso momento, un trámite más, qué le vamos a hacer, y permítame, además, leerle este cuestionario rimado en verso para indagar, sin el más mínimo respeto, en su vida privada para conocer sus hábitos de consumo, sus fantasías sexuales, sus miedos y sus fobias, con el fin de tenerle a usted lo más calado posible, por si se le ocurre orinar de otro modo al establecido por la autoridad, pues ya sabe usted que se orina sentado para no manchar la tapa del inodoro y que por mucho que usted lo haya oído, porque lo habrá oído en algún momento de algún disidente o graciosillo que nos la tiene jurada, ¡es imposible no oírlo!, orinar de pie sin salpicar es humanamente imposible.