El niño escribe en los dos últimos huecos la letra “p” y la letra “r” y resuelve el crucigrama. No sabe lo que es una perífrasis, pero es la palabra que cuadra con las palabras que se cruzan en vertical (homérico, facineroso y sestear). El padre del niño que ha resuelto el crucigrama no sabe explicarle lo que es una perífrasis porque se dedica a la instalación de aparatos de aire acondicionado y en ese mundo una perífrasis de más o de menos no se echa en falta. Padre e hijo, por tanto, se acercan a la madre que sabe latín y que está cuadrando el libro de cuentas y no se explica cómo hay tanto a deber y tan poco en el haber. La pregunta acerca de lo que es una perífrasis no coge a la madre por sorpresa y la define a la perfección: “Son construcciones sintácticas de dos o más verbos que funcionan como núcleo del predicado. Sirven para expresar las características de la acción verbal que no pueden señalarse mediante el uso de las formas simples o compuestas”. Padre e hijo se lo agradecen. Pero la cosa no queda ahí. La madre les dice que se esperen, que les va a poner un ejemplo práctico para que no les quede la menor duda: “Hay varios tipos de perífrasis verbales. Por ejemplo, están las que indican obligación, como por ejemplo, Manuel, tienes que impedir que el niño haga crucigramas, y perífrasis de posibilidad, como por ejemplo, Manuel, seguro que puedes hacer que el niño no haga crucigramas”. Luego la madre rompe a llorar inconsolable y el niño le indica al padre que la perífrasis “romper a llorar” es del tipo aspectual incoativa, o sea, que indica acción en el momento de comenzar.