La infanta introduce la mano en la máquina de la comparecencia y cuando la saca la mano ya no está. Su guardaespaldas, aterrado al ver que la mano no está, avisa al servicio técnico de la máquina de la comparecencia a traves de la línea ultrasecreta y ultrasegura de su móvil, que está directamente conectado a través de un tubito de fibra óptica a los testículos del primogénito que grita como un descosío al enterarse de que la infanta ha sacado la mano de la máquina de la comparecencia y la mano ya no estaba, aunque ha dejado de gritar a los pocos segundos y se ha felicitado por el rostro perverso que ha visto reflejado en el espejo de la suite nupcial acondicionada al gusto del rey vigente, Don Vicente, que es un señor con mucha mano izquierda porque de la derecha no sabe no contesta desde que la introdujo en la máquina de la decencia y ese fatídico día le dio la risa floja, mira por dónde.