Al tonto del pueblo no le dicen tonto porque lo sea, no. Le dicen tonto porque no quiso en su día ser el listo del pueblo, aunque lo votaron en masa los que sí y hasta los que no. Ahora gobierna el listo del pueblo, que iba para tonto y que lo es, en efecto, pero en el cargo nadie se lo recuerda, pese a que los que sí y, por supuesto, los que no, lo piensan continuamente.