El sargento Mateo reconoce en la entrevista publicada en la revista Soldados que el contenido del fax le pareció “poco académico” y que por esta razón informó, a sabiendas de que podría incurrir en una falta grave, a su oficial al mando, el capitán Herrera, que, en ausencia del comandante Ortuño, que estaba cenando con su santidad, le quitó hierro al asunto de atacar y dijo que lo dejarían para otro día que hiciese bueno, pues temía por la salud del recluta Azuaga, el hijo pequeño del Comandante Supremo, quien, en ausencia de su secretario personal, el señor Píriz, un administrativo de Cuenca poco dado a hablar de sí mismo, prefirió dictarle la respuesta al cadete García, encargado ese día de las comunicaciones y que, en vez de escribir “No avanzar, en ningún caso, hacia las líneas enemigas”, se permitió la licencia de transmitir “Avanzad y dadles donde más les duela a esos cabrones”, y ahí fue cuando hirieron al soldado Azuaga.