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Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

Cante jondo

He cometido mucho errores a lo largo de mi vida y me he arrepentido muchas veces. Puntualmente, he sentido la tentación de redimir lo que hice mal —o lo que creí haber hecho mal— a través de la confesión, pero como nunca he sido un verdadero creyente, no me ha dado resultado y he tenido que cargar con la culpa día tras día. Lo que sí que me ha dado resultado, ahora que me lo preguntas, es cantarle las cuarenta, expresión de mi abuela que viene que ni pintada, a quien se merecía que le cantasen alto y claro. A lo mejor no he cantado las cuarenta en el mejor momento —mi don de la oportunidad sería digno de estudio—, pero la persona elegida merecía, por méritos propios, el cante, incluso no siendo yo el más indicado para cantar, te lo aseguro. Eso sí, nada comparable a lo que me cantó mi hija cuando tenía cinco años y yo dos menos que ahora en el calor de una pataleta monumental que zanjé con un tortazo. Tú eres malo, tienes los dientes sucios, me cantó la señorita de buenas a primeras, porque le había dicho que no hiciese algo o que dejase de hacer ese algo o, lo más probable, que se estuviese quieta, estuviese o no haciendo algo. Yo era malo porque tenía los dientes sucios. Esto me hizo sentirme como un monstruo. Tenía los dientes sucios porque estaba comiendo galletas de chocolate, le expliqué, como si esto invalidase su cantada. Pero es que hubo, en la forma de cantarlo, auténtico odio. Porque puedes sentir odio y no tener nada en contra de esa persona. Es un momento, un par de segundos que no te aguantas a ti mismo ni a la madre que te parió, y cantas las cuarenta o las cincuenta, si te pones. De hecho, llegas a odiar a quien más quisiste, que se lo digan a mi amigo Mauricio, y cómo le ha cambiado la vida desde que se divorció tras cantarle su mujer, altavoz en mano, que no lo aguantaba más y que qué se creía él, que era como todo el mundo, nada especial, no, peor, mucho peor.
El caso es que mi hija me cantó aquello de que era malo porque tenía los dientes sucios y desde ese día me cuido mucho de sonreír en público.

 

Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


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